Javier NEIRA

La soprano Ainhoa Arteta, en papeles de sacrificada, y el barítono Juan Jesús Rodríguez, como seductor impenitente, pusieron literalmente boca abajo el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo con el recital que ofrecieron en la noche de ayer como apertura del ciclo musical que llegará hasta mayo. El maestro Marzio Conti, al frente de la orquesta Oviedo Filarmonía, se apuntó buena parte del éxito.

Y es que a Rodríguez le correspondió cantar roles como el conquistador don Juan o Germont, que convence con malas artes a su hijo y a Violeta, mientras que Arteta encarnó a las seducidas Elvira y Zerlina, y a las maltratadas Manon y Violeta.

Mozart llenó de forma sobreabundante la primera parte del programa, que arrancó con la obertura de la ópera «Le nozze di Figaro», muy brillante, como debe ser, en la batuta de Conti.

Juan Jesús Rodríguez, muy bien en el recitativo «Hai già vinta la causa» y el aria «Vedro mentriò suspiro» del conde de Almaviva, de «Las bodas», con una voz dulce y poderosa y siempre musical.

Le dio la réplica la soprano Ainhoa Arteta con el aria de la condesa Rossina «Porgi amor», del mismo título, que gustó mucho al público.

Cambio de tercio aún con el mismo compositor, ya que de la levedad de «Las bodas» se pasó a la gravedad de «Don Giovanni». La imponente obertura fue muy bien presentada por Conti y enlazando siguió el aria «Deh, viene alla finestra», de la misma ópera, que el barítono onubense bordó sobre el sonido de la mandolina. No extraña que cayesen rendidas a sus pies.

La soprano guipuzcoana ofreció, también del gran título mozartiano, el recitativo y aria de doña Elvira «In quali eccesi, o Numi... mi tradi quell' alma ingrata», excelente, con tema y variaciones sucesivas.

Y para cerrar la primera parte, Juan Jesús Rodríguez y Ainhoa Arteta ofrecieron y semiescenificaron el dúo «La ci darem la mano», tan hermoso como bien cantado.

La segunda parte fue italiana, más variada y de igual calidad. Con el aria de Tonio «Si può?», el prólogo de «Pagliacci», de Leoncavallo, Juan Jesús Rodríguez volvió a poner al público en órbita cantando al límite. La ovación, claro, fue enorme.

Llegó el turno de Puccini. Arteta cantó, con entrega, el aria «Sola, perduta, abbandonata», del mismo título, y el respetable volvió a emocionarse. El barítono se revistió con las discutibles galas morales de Germont para cantar «Di Provenza il mar, il suol», de «La Traviata», de Verdi. Otra gran ovación. Y la soprano con el aria de Violeta «Addio del passato», del mismo título, replicó el éxito.

El preludio de «La Traviata», bordado por Conti y Oviedo Filarmonía, dio un respiro a los cantantes, que acometieron después el dúo y la larga escena de Germont y Violeta, «Madamigella Valery», de «La Traviata», con carta y bastón incluidos, que rindieron al público, que les dedicó tres minutos y 34 segundos de ovación.

Como propina, el dúo «De mi tierra extremeña», de la zarzuela «Luisa Fernanda», de Moreno Torroba. Empate en lo artístico y, por fin, cambio de roles: victoria amorosa de la frívola Luisa Fernanda sobre el conservador Vidal.