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La historia novelada del cerco de Oviedo

Carla Montero, hija y nieta de asturianos, cuenta en "El invierno en tu rostro" la historia de amor entre dos hermanastros

Carla Montero.

M. J. IGLESIAS

La escritora Carla Montero (Madrid, 1973), hija y nieta de asturianos, presentará mañana en Oviedo su nuevo libro "El invierno en tu rostro", una historia de amor en toda regla, con personajes asturianos y constantes referencias a la ciudad en la que nació su padre, nieto de un ferroviario destinado en Pajares. La historia, enmarcada en la Guerra Civil y la II Contienda Mundial, narra las vicisitudes de dos hermanastros que se reencuentran y se enamoran, con el cerco de Oviedo como telón de fondo.

La carrera literaria de Montero empezó al ganar el premio de novela Círculo de Lectores con "Una dama en juego". Su segunda obra, "La Tabla Esmeralda", se convirtió en un "best seller" internacional con más de cien mil ejemplares vendidos.

"Ésta es otra historia más de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Civil y habrá más porque no hemos conseguido comprender la barbarie a la que llegó la sociedad en los primeros 50 años del siglo XX", asegura la autora. Algunos episodios de la propia historia familiar resultan incomprensibles para la escritora, que iba para empresaria y decidió cambiar las finanzas por las letras.

Lena, la protagonista, aunque es un personaje femenino, está inspirada en la historia del abuelo paterno, que fue defensor de Oviedo durante el sitio al que las fuerzas republicanas sometieron a la ciudad al principio de la Guerra Civil. La experiencia de Lena en este episodio de la novela está basada en la de su abuelo, sus hermanas y hermanos y otros personajes anónimos a cuyo testimonio he tenido la suerte de tener acceso.

Carla Montero, que viaja a Asturias con bastante frecuencia para visitar a su abuelo, de 103 años, reconoce que ha aprovechado las últimas visitas para visitar con detenimiento los escenarios más relevantes de la novela. "La acción se sitúa principalmente en Oviedo, durante el sitio y los primeros años de la posguerra. Pero también en Langreo y en Gijón, adonde se había trasladado el Gobierno provisional que representaba a la República en el territorio", explica.

El personaje de Guillén, el otro protagonista en liza, está basado en Luis, un tío abuelo de la autora, que fue miembro del PCE, miliciano durante la Guerra Civil, se exilió a Francia, luchó en la resistencia francesa, estuvo preso en el campo de concentración de Mathausen y participó con los maquis de las montañas asturianas en la resistencia armada contra la dictadura franquista.

Montero opina que la historia de Lena y Guillén sería muy distinta hoy, en el mundo globalizado de la interconexión, la exposición pública y la rapidez de las comunicaciones. "Probablemente Lena y Guillén nunca se perderían la pista, podrían encontrarse y saber el uno del otro a través de Facebook o de otra red social en boga", asegura.

Para la escritora no cabe la menor duda de que el amor es un sentimiento universal, "un lenguaje que todo el mundo comprende, una experiencia que, de un modo y otro, todas las personas compartimos. Así que es fácil conectar con la gente, en mi caso con los lectores, a través del amor", señala.

Seducida por el asturiano

Carla Montero estima que parte del mensaje político contenido en el libro podría trasladarse al momento actual. "Desgraciadamente deberíamos haber aprendido de la historia y parece que no es así, el peligro de los extremismos, el drama de los refugiados, las graves consecuencias de la intolerancia y la prepotencia, de las crisis económicas mal resueltas", indica.

El asturiano se cuela en los escritos de Montero, "en mi familia se usan algunas expresiones, sobre todo en lo que a gastronomía se refiere: el pixín, el pitu, los oricios, el bollu preñao. Los nietos éramos los rapacinos -casi me parece oír a mi abuela decirlo-. Y, sobre todo, esa manera tan dulce y melosa de acabar todas las palabras en in. Uno de mis hijos no es Luis, sino Luisín".

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