En el campo con las ovejas y un incidente con una cabeza de animal: la huella del parricida de Ribera de Arriba en su otro pueblo

En La Borbolla (Grado), localidad donde el autor del crimen pasaba "largas temporadas", se lo solían cruzar "mucho caminando y parecía un chaval muy correcto"

El único hecho extraño que recuerdan los vecinos fue la aparición de la testa de una oveja como protesta por la tala de árboles junto a sus prados

Imagen de La Borbolla (Grado) y de los praos por donde solía pasear y andar con las ovejas el parricida de Ribera de Arriba.

Imagen de La Borbolla (Grado) y de los praos por donde solía pasear y andar con las ovejas el parricida de Ribera de Arriba. / L. B.

Quienes conocen a Pablo Muñiz, el parricida de Ribera de Arriba que decapitó a su padre tras apuñalarle y perseguirlo mientras pedía auxilio y que acabó pateando su cabeza en una rotonda para terror y susto de los conductores que por allí pasaban, todavía no salen de su asombro por lo ocurrido la noche del lunes en la parroquia de Soto de Ribera. Pero a la conmoción de los vecinos de la zona donde ocurrieron los hechos, se suma la de los habitantes de La Borbolla, la pequeña localidad de Grado donde Pablo Muñiz vivía buena parte del año con su madre. El rastro de la opaca vida del parricida, ahora detenido e ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) bajo tratamiento psiquiátrico, le sitúa a caballo entre Ribera de Arriba, donde se produjo el macabro suceso, y este tranquilo pueblo moscón.

En La Borbolla, donde Pablo Muñiz pasaba largas estancias junto a su madre, se manifiestan "en estado de shock". "No damos crédito", comentaba este miércoles una vecina mientras paseaba a su perro en las inmediaciones de una de las residencias habituales del parricida. "Solía cruzarlo mucho paseando y era un chaval muy correcto", indica. Un testimonio que coincide con los de otros vecinos de la casa paterna en El Picón (Soto de Ribera), quienes afirman que Muñiz no había dado hasta ahora signos de ser violento o problemático, o de tener una relación difícil con su padre Miguel, ahora asesinado.

Extraña protesta

Los lugareños de La Borbolla sostienen que las estancias de Pablo Muñiz, de 46 años, en Grado eran largas, de varios meses al año. Durante ese tiempo se le solía ver con un rebaño de ovejas por los prados familiares. Aunque, afirman, su comportamiento era "totalmente normal", todos coinciden en que "hace dos o tres años" hubo un singular suceso por el que acaparó todas las miradas.

La aparición de una cabeza de oveja colgada de un árbol ubicado dentro de una de sus fincas fue interpretada por muchos como una excéntrica protesta. "Los de Obras Públicas talaron varios árboles de sus prados por unas obras en la carretera y al parecer quiso quejarse de esa manera", sostienen distintos vecinos de Grado consultados.

Más allá de este hecho, los habitantes de La Borbolla y los núcleos de viviendas cercanos de la villa de Grado que suelen pasear por la zona solo tienen buenas palabras para el varón de 46 años. "Se veía que le encantaba el campo y la naturaleza. No se metía con nadie", señalan, subrayando que su madre, ahora en shock por todo lo ocurrido, es una mujer muy conocida en la zona.

La descripción dada por su entorno en el concejo moscón va, de hecho, en la misma línea que la de los testimonios de los riberanos. Todos visualizan a Pablo Muñiz paseando solo, nunca con amigos ni parejas, solo rodeado de animales o realizando labores habituales del campo.

Aunque sí hay gente que atisbaban algo extraño en su actitud, lo más raro que ha trascendido es que, al parecer, Pablo Muñiz tenía engañado a su entorno de Ribera de Arriba sobre que se desempeñaba en un puesto de trabajo, algo que realmente no ocurría.