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Plan de caminos en Valdés

Los nefastos resultados de las obras de reposición

Nadie como Manuel G. Linares es capaz de pintar con palabras la lenta muerte que sufre, de modo especial, el occidente de esta agotada Asturias. Nadie como él es capaz de dibujar lo gris que se ha vuelto nuestra comarca, ante la mirada tranquila -desde su poltrona- de muchos políticos que ocupan responsabilidades de gobierno.

Cada vez que uno recorre cualquier pueblo del Occidente se acuerda de las palabras pintadas de Linares y ve acentuada esa sensación de decadencia protagonista de las villas costeras, antaño cabeceras de comarca. Poco aliento le queda ya a un torturado ámbito rural, que últimamente ya no aspira más que a tener un médico no demasiado lejos y a que los baches de sus caminos sean reparados de vez en cuando.

No es un caso excepcional, ni mucho menos, el de los pueblos del concejo de Valdés, que han visto en los últimos años como sus carreteras se han deteriorado casi más rápido que la esperanza laboral para sus jóvenes.

Entre tanta mala noticia (sólo anestesiada por la algarabía propia de la época estival), a finales del ya olvidado mes de agosto de 2014, se anunció por parte del Ayuntamiento de Valdés (con la única ausencia de la banda de música municipal) un esperanzador "plan de caminos". Éste vendría a resolver buena parte de los problemas de unas carreteras locales que ya se encontraban en fase terminal. Por una vez, alguna alegría aguardaba a los supervivientes de los pueblos valdesanos; pronto llegaría una importante medicina en forma de asfalto y limpieza de cuentas para 26 kms. de carretera en 35 núcleos, con una inversión de -nada menos- que 440.000 euros.

Ya en septiembre, se aprobaba en Junta de Gobierno Local la ansiada adjudicación de los trabajos de "reposición de caminos". Pero algo empezó a no ir bien. De la anunciada cifra de 440.000 euros se pasó a 362.073 euros en la licitación de las obras y, por último, a 290.400 euros en la adjudicación final de los tres lotes de obras. Al final, dejando a un lado las obras de Otur, un 34 % menos de lo sonoramente anunciado.

Pero la realidad es terca, se suele decir. Finalizadas las obras, el resultado del plan ha sido -empleando un adjetivo elegante- frustrante, mejor dicho: inútil. Los riegos asfálticos llevados a cabo (muchos de ellos en días de abundantes precipitaciones, contraviniendo la normativa y el más elemental sentido común) no aguantaron ni una semana en la mayoría de los casos. Menos mal, que en algunas afortunadas zonas los baches tardaron en recuperar su protagonismo alguna semana más, justo es reconocerlo. La limpieza de cunetas: anecdótica, insuficiente y chapucera.

Lo peor es que no hace falta tener excesiva formación en la materia para predecir que todo lo realizado (técnica empleada, condiciones climáticas durante los trabajos, ausencia de tratamiento previo de los baches, falta de mejora previa de cunetas y drenajes) iba a tener este triste resultado.

Como la realidad no se puede cambiar, sólo queda preguntarnos por qué los valdesanos tenemos que resignarnos a que 290.000 euros hayan sido -literalmente- "dilapidados". Cierto es que no son pocas las ocasiones en que en nuestro concejo se ha derrochado el erario público, pero cuesta asumir de nuevo un proceder tan sinsentido como estas obras de no-reposición de caminos.

Es complicado saber quién manda realmente en Valdés (Alcalde, concejal de Obras o concejal de Hacienda), pero al responsable ya únicamente cabría pedirle que esto no vuelva a ocurrir. Nula es ya la esperanza de que alguien dé explicaciones y, mucho menos, asuma responsabilidades.

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