Catorce millones de turistas visitan al año las cataratas del Niágara, una maravilla de la naturaleza que divide Canadá y Estados Unidos. Contemplar millones de litros de agua cayendo a lo largo de 52 metros provocando un ruido ronco, profundo, casi ensordecedor, es un espectáculo difícil de olvidar. La vista y el oído permanecen alerta ante tal escena para no dejar escapar ni un resquicio de la belleza que ofrecen estos saltos, que se caracterizan más por el volumen de agua (procedente de los grandes lagos de Norteamérica) que por la altura de la caída.

El estruendo que genera la fuerza del agua es aún mayor si uno se aproxima a las cataratas desde el río, a bordo de un barco que opera de primavera a otoño. Los pasajeros, todos ataviados con un chubasquero del mismo color para mojarse lo menos posible, viven momentos de gran entusiasmo.

Y desde lejos, para apreciar la magnitud de este espacio, en las alturas de la torre Skylon, a escasos metros de las cataratas, el turista se puede recrear con una excelente panorámica de las mismas.

En torno a esta belleza y para satisfacer las necesidades de los visitantes han ido surgiendo, a muy poca distancia, hoteles, restaurantes, tiendas de souvenirs y todo tipo de locales de entretenimiento que, si bien cubren unos servicios que demanda el turista más cómodo, desmerecen frente a la imagen fresca de este espacio, perdiendo así el encanto que presenta la naturaleza cuando se puede disfrutar en su estado más puro; es decir, sin ser manipulada por el hombre.

Por contra, a quince minutos de las cataratas se encuentra Niagara on the Lake, perteneciente al estado canadiense de Ontario, un pequeño, coqueto y tranquilo pueblo de estilo inglés que conserva el encanto de las casas victorianas. A esta localidad, que se destaca por su tranquilidad y limpieza, acuden muchas parejas de recién casados, tanto de Estados Unidos como de Canadá, para disfrutar de una romántica luna de miel. Y es que se trata de un lugar que se deja querer, que recibe al forastero con amabilidad, al que atiende con una sonrisa para que se sienta como en casa.