El concejal de Deportes de Sariego es aizkolari y supera a muchos vascos

ASTURIANOS EN SARIEGO: David Naredo

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

David Naredo, aizkolari y concejal de Deportes de Sariego. David Naredo Hevia, de 31 años, trabaja en una empresa del sector del metal y es aizkolari, cortador de troncos que se codea con los grandes deportistas vascos de esta modalidad de deporte tradicional. Además, David es concejal de Deportes en el gobierno municipal saregano, que lleva décadas en manos de la agrupación de independientes Promusa (Progreso Municipal de Sariego). Naredo se proclamó en 2019 en Bilbao campeón de corta en altura, entre otros muchos éxitos deportivos.

«Mi debut fue el 17 de julio de 1994, un poco antes de cumplir los tres años. Esto me viene casi de cuna. Mi padre es Joaquín Naredo, uno de los pioneros del deporte tradicional con el equipo ‘Seis conceyos’. Yo veía a mi padre entrenar con el hacha en casa, cogía el martillo y me ponía imitarlo. Después mi abuelo materno me preparó un hacha pequeñita de madera. Mi padre siempre dice que yo siempre acertaba muy bien los golpes, que tenía muy buen pulso a pesar de la edad. Luego había en casa un hacha pequeña que tenía mi madre para descuartizar la carne. Y dijo: ‘Esta que es pequeña para David. Vamos a dejársela a ver qué pasa’. Mi padre estaba al lado por si me escapaba. Así empezamos poco a poco y hasta hoy».

«Mi padre trabajaba en la mina La Camocha. Entre los fundadores de ‘Seis conceyos’, los que siguen aún son: mi padre, Joaquín Naredo, luego José Álvarez, ‘Pola’, y Ricardo Trapiello, más conocido como ‘Blimea’. El resto fueron poco a poco dejando la actividad. Ellos siguen con la escuela de juegos y deportes tradicionales y haciendo exhibiciones de hacha, carrera de lecheres… Ahora ya se les concedió un local en las antiguas escuelas de San Román. Ahí va a estar la sede del equipo. En el equipo somos ahora mismo 14 personas. Hacemos un poco todo: corta troncos, cortan en altura, yunque, carrera de lecheres, sacu… Sólo nos falta un levantador de piedras».

«Mi padre empezó con el tiro de cuerda, que era lo que más había de aquella, y después ya cogieron las hachas. Fue un pionero prácticamente en todo porque aquí antes se cortaba desde el suelo y los vascos siempre cortaron encima el tronco. Aquí se cortaba con hacha de mina. Pero un amigo suyo que iba siempre los Sanfermines veía que los vascos tenían hachas con la cota plana y le trajo una de la marca Leita. Así empezó. Después se metió en el tema de la corta de troncos en altura. En 1997 batió el récord del mundo a 15 metros y medio. Cuando yo gané en 2019, en el Arenal de Bilbao, el campeonato de corta en altura, fue como un homenaje que yo quise rendirle porque cuando él fue récord mundial no tuvo prácticamente la repercusión. En aquella prueba de Bilbao, mi padre estuvo al pie del cañón. Era el me pasaba las tablas y que me iba guiando en el corte. Conseguí el tiempo más rápido. El único que bajó de los 2 minutos. Un minuto y 54 segundos. Nadie consiguió superarlo de momento».

«Cada año, para entrenar, corto unas 55 toneladas de madera»

«En Australia es donde está la mayor cantidad de fichas federativas de este deporte de corta de troncos. Son pruebas muy explosivas y en rapidez, que no pasan de los 40 segundos. En cambio, en Euskadi están los mejores cortadores del mundo a nivel de resistencia. Se disputa una eliminatoria a 5 troncos. Tienes que cortar tres troncos: uno pequeño, un mediano y uno grande. La medida oficial para el campeonato masculino es: el más pequeño mide 54 pulgadas (1,25 de circunferencia), el mediano es de 60 pulgadas (1,40 metros de circunferencia) y el grande que es el 72 pulgadas (1,65 de circunferencia).

«Por imitar a mi padre se me metió el gusanillo y hoy me motiva competir con los vascos, donde están los mejores. Pero tienes que entrenar muchísimo, tienes que cuidarte también mucho. Y, además, todo cuesta muchísimo dinero: gastas mucha madera, las hachas también son muy caras… Pero al final esto es lo que me gusta. A otros les gusta el fútbol, la bici, correr… A mí me gustan las hachas».

«No vale un hacha de ferretería, son especiales. Vienen desde Australia y Nueva Zelanda. Ahora también hay dos marcas vascas que están empezando a coger el pulso. Las australianas andan entre 250 y 400 euros, las vascas entre 300 y 350 euros. La clave es el temple. Las hachas australianas son bastante más resistentes a la rotura». 

«Tengo 23 hachas y cada año corto entrenando unas 50-55 toneladas de madera aproximadamente. Como en casa tenemos cocina de carbón y calefacción de leña aprovechamos bastante al final. También siempre hay alguien que te pregunta por algún viaje de leña. Eso te va salvando un poco, toda aportación suma. Porque incluyendo el porte, cada tonelada de madera de eucalipto me sale a unos 70 euros. Ahora, si te vas a madera de haya, que es la que utilizamos en el País Vasco para competir, te sube a 130 euros la tonelada. Esa no la uso para entrenar, para mí es inviable. Entreno con eucalipto. Eso es un poco un problema porque las pruebas son con madera de haya y cambia la forma de cortar y las hachas que tienes que usar».

«Yo que no tengo mucha fuerza y por eso intentamos buscar entrenamientos para ganar un poco más en pegada. También buscamos resistencia, corriendo o en bici. Y después, con el hacha, depende del día salida haces entre 30 y 45 minutos. Vale más maña que fuerza. Si tienes mucha fuerza y no controlas el hacha estás en las mismas. Tienes que jugar con la resistencia y con la calidad del corte: cuantos menos cortes falles, mejor al final. Es un cúmulo de todo, si juntas técnica con resistencia con fuerza eres un fuera de serie».

«Los que practicamos deportes tradicionales en Asturias seguimos todos adelante por empeño personal. En Asturias no hay federación, no hay ayudas. Yo, por suerte, he conseguido algunos patrocinadores. Y mis padres me ayudan también. Menos con una cosa. Siempre me dijeron: si quieres un hacha, te la compras y sabes lo que vale un peine. Hay que saber valorar un poco lo que tienes».

«Me da mucha envidia sana ver lo que hay en el País Vasco. Por suerte yo puedo estar allí disfrutando con ellos. Pero me gustaría que aquí también hubiese un poco ese apoyo del Principado. El gobierno de Euskadi y los provinciales, en Vizcaya donde yo estoy, apoyan mucho para que siga la tradición. Y luego hay público y paga por la entrada. Hay de retos entre aizkolaris que cuestan 40 o 45 euros a los que van 3.500 personas. Por desgracia, nosotros parece que sólo valoramos lo nuestro el día que se pierde».