Gijón, J. MORÁN

El naviero Claudio Fernández Junquera (Gijón, 1931) concluye sus «Memorias» para LA NUEVA ESPAÑA y reflexiona sobre su dos principales actividades, en el Cámara de Comercio y como consejero del Puerto de Gijón.

l Presidente a contrapelo. «Después de dejar la actividad política en Alianza Popular, continué con la Cámara de Comercio y mis actividades empresariales. Nunca pedí cargos, pero Luis Adaro me obligó a tomar la presidencia de la Cámara en 1979. En la misma mañana en que se reunía el plenario para nombrar al presidente yo llegaba del Madrid en el tren expreso y me encontré a Pedro Rendueles esperando en la estación: "Claudio, de parte de Luis Adaro, tienes que aceptar porque fulano y mengano se niegan". Así fue, a contrapelo. Yo me había negado antes, por lo que Luis hizo gestiones con otras personas para que presentaran sus candidaturas, y no habían aceptado. En vista de la situación, acepté. Fui presidente hasta 1998, cuando ya no me presento y es elegido Guillermo Quirós hijo. Durante todos esos años de mi presidencia, y en los anteriores como vocal y vicepresidente, la Feria de Muestras ocupó un lugar primordial. Se fue ampliando el recinto y se construyeron nuevos pabellones. También se preparó el traslado de las oficinas camerales a la parte posterior de la Feria, cosa que culminó Quirós».

l Un Consorcio sin gastos. «Resucitar la Feria de Muestras significó mucho trabajo y mucho camino durante los 16 años de presidencia de Luis Adaro en la Cámara de Comercio, de 1963 a 1979. Yo era vicepresidente de la Feria, y no decorativo. Para crear la Feria se constituyó desde casi al comienzo un Consorcio con el fin de desarrollar el recinto. La primera Feria de la nueva etapa se celebró a la entrada de Gijón, en la ahora avenida de la Constitución, antes Fernández Ladreda; y la segunda se hizo en el armazón de la nueva tribuna del estadio de El Molinón. Después, comenzamos a comprar terrenos al otro lado del río Piles, en rellenos de los pantanos de la zona. Era necesaria una estructura financiera para montar todo eso y la Cámara no podía en solitario. Además, había ciertas presiones del Ayuntamiento y de la Diputación, que querían intervenir en la organización. Entonces es cuando se constituyó el Consorcio (Diputación, Ayuntamiento, Caja de Ahorros y Cámara) para el recinto, pero la organización, la gestión y la licencia del Ministerio de Comercio eran de la Cámara, con lo que dicho Consorcio no intervenía para nada en las actividades. El Consorcio no tenía gastos, salvo los financieros, que se cubrían con el canon que la Cámara pagaba por el uso del terreno. Incluso, una parte de los terrenos la pagó la Cámara. Cuando se inicia la autonomía del Principado, con el presidente Rafael Fernández nos entendimos estupendamente y también con Pedro de Silva, aunque hubo algunas diferencias con alguno de los consejeros, que él resolvió. Luego también hubo una buena relación con el presidente Rodríguez-Vigil. Hoy el Consorcio tiene un gerente y gastos que no había tenido antes, y puede que se esté creando el equívoco de que el Consorcio es el que está organizando la Feria. La Cámara debe resolver esta situación».

l Supresión de cuotas. «El futuro de las cámaras de Comercio va a ser difícil. Ya hubo hace años intentos legislativos de suprimir las cuotas, pero se detuvieron. Las cámaras dan un servicio, pero ¿qué pasa? Que unas empresas los usan más que otras, y también hay las que no los utilizan. Estas últimas se quejan, pero el que las utiliza está encantado. Hay además un nivel de pequeñas empresas que no pagan cuota, y las demás pagan proporcionalmente a sus beneficios. Si no los hay, no pagan. Y a partir de un nivel de beneficios la cuota no sigue subiendo. Las grandes empresas han de aceptar que sus cuotas sostienen el servicio que reciben las empresas pequeñas, como en todo sistema solidario. Además de los servicios habituales a la exportación y a la formación, en mi época se creó una caja de contratación de personal para las empresas, y cuando comenzó la informatización llevamos a cabo un plan con ayudas económicas y técnicas. Son ejemplo de las muy diferentes actividades que se fueron ofreciendo. La supresión de cuotas puede significar la desaparición de las cámaras. Sus únicos ingresos son esas cuotas, salvo que tengan otras actividades, como la de Gijón, que puede obtener rendimientos de las ferias».

l Golpe de timón. «Fui vocal del consejo de administración del Puerto de Gijón durante mi etapa en la Cámara y después algo más de tiempo en representación de los navieros. El último presidente de la Autoridad Portuaria con el que estuve fue Miguel Ángel Pesquera. A lo largo de ese tiempo viví la ampliación de los muelles de La Osa o la creación del muelle de minerales en el antiguo Dique Norte y, después, en el Príncipe de Asturias. Los planes para la ampliación actual estaban iniciándose a finales de los años noventa. Ya nadie se acuerda, pero fue Santiago Eguiagaray el que realizó los primeros diseños y se expusieron en la Feria de Muestras. Aquello fue lo que básicamente se ha construido al final. Luego el proyecto se hizo mayor, hasta que lo estropearon de tantas vueltas que le dieron. El golpe de timón lo dio Álvarez-Cascos. Al final, se ha ampliado El Musel con un diseño determinado, y está bien, pero el nuevo Dique Norte tendrá que acabar llegando a los bajos marinos de Las Amosucas, donde rompen las olas y crean dificultades en la entrada de buques. Es necesario garantizar las condiciones de entrada y maniobrabilidad de los grandes barcos. El Musel es un puerto que no cierra casi nunca y debe conservarse en estas condiciones».

l Ampliaciones polémicas. «Al puerto le di mucha y especial dedicación, y cuando pude ser vocal lo acepté con gusto porque sus instalaciones son fundamentales para Gijón. Me interesa El Musel por lo mismo que recogió hace años Justiniano García Prado: "La villa de Gijón debe el mar a Dios, y cuanto es al mar y a Jovellanos". Me parece que todavía no tenemos metido en la cabeza que si no hay puerto no hay Gijón. Si Gijón no tuviese este puerto sería una ciudad industrial pequeña que no hubiera crecido como lo ha hecho. Siempre se criticó el puerto por crecer: se armó la marimorena con el primer proyecto de El Musel, de hace más de un siglo; lo mismo sucedió con el espigón de transatlánticos; y también cuando se construyó el muelle de minerales. Que si era exagerado, que si el puerto tiraba el dinero? Siempre hubo polémica».

l Crisis que ralentiza el puerto. «Hay que tener en cuenta que un puerto es un instrumento de desarrollo necesario; por eso ha de ir por delante, ofreciendo posibilidades a los que pueden necesitarlo para sus iniciativas, pero que no pueden esperar a que el puerto se desarrolle, ya que cualquier obra portuaria requiere varios años. Es el puerto el que ha de tomar la iniciativa e ir por delante. Así se ve en el desarrollo del puerto de Gijón, siempre por delante y siempre quedándose pequeño y lanzándose a una nueva ampliación. Y la historia nos dice que siempre la ciudad creció y mejoró tras cada ampliación. El puerto genera el 11 por ciento del PIB de Asturias (el crecimiento económico de toda la sociedad). ¿Podemos permitirnos el lujo de anular ese fuerte crecimiento y esa mejora social? La economía mundial ha dado un parón fortísimo e inesperado. Eso ralentiza la utilización de los nuevos muelles, pero luego éstos permitirán aprovechar todas las oportunidades del futuro y el crecimiento que indudablemente vendrá. La economía española ha sido gravemente afectada por el desplome financiero mundial, cuando toda nuestra sociedad estaba fuertemente endeudada: el Estado, las autonomías y los municipios, las empresas y los particulares. Pero España tiene capacidades suficientes para recuperarse y seguir en el camino del crecimiento: sólo necesita claridad de ideas y valor para aplicarlas».