Naomi Watts nunca da un plano atrás. A esta actriz australiana del 68 nacida en Inglaterra el reconocimiento le llegó cuando muchas de sus colegas ya empiezan a tragar saliva antes de mirarse al espejo: en 2001 dio portazo a muchos años de papeles televisivos con la ayuda de David Lynch y abrasó las pantallas con su sensual y rotunda aparición en «Mulholland drive», surrealista como no podía ser menos y con atrevidos toques lésbicos. Siguieron algunos títulos poco distinguidos (aunque ella destacaba incluso en terrores refritados como «The ring»), hasta que Alejandro González Iñárritu la llamó para la desgarradora «21 gramos», con unos intensos Sean Penn y Benicio del Toro. Que no entraba en sus planes convertirse en una estrella convencional lo dejó claro con el rocoso melodrama «Ya no somos dos», «El asesinato de Richard Nixon» (con Penn de nuevo) o «Extrañas coincidencias». Cine al margen de Hollywood que aparcó para aceptar ser la chica de la que se enamora el mismísimo «King Kong» en el carísimo «remake» de Peter Jackson. Fue su mayor concesión al cine comercial y cuando le ofrecieron más papeles en esa línea dijo no, hasta aquí hemos rodado.

En el soberbio melodrama «El velo pintado», Watts mantenía un apasionante duelo interpretativo con Edward Norton. Un David Cronenberg menos marginal que de costumbre le sacó mucho provecho en «Promesas del Este», y Michael Haneke la puso contra las cuerdas más tensas en «Funny games», «remake» fotocopiado para Hollywood de su propia película que permitía a la actriz sacar a la luz todo su repertorio de sombras y angustias. Más convencional fue «The international», con Clive Owen. Hacía lo que podía con un personaje insulso, pero no fue suficiente. Tras un par de temporadas sin un papel a la altura de sus talentos, Watts recibió la llamada seguramente inesperada para trabajar en el cine español. Juan Antonio Bayona dice que es el mejor efecto especial de «Lo imposible», y después de ver la película no se puede estar más de acuerdo. Watts está sobrecogedora como madre que lucha con fuerzas sobrehumanas por salvar a su hijo, como mujer lanzada al oleaje de una tragedia imprevista. Tras este papelón, Watts ha encarnado a Marilyn Monroe y Diana de Gales, otras dos mujeres que fueron sacudidas por el tsunami de la vida. Pero ellas no sobrevivieron.