"¿Cómo voy a pegar a la madre de mi hijo?", preguntó ayer E. R. F., el joven de salas acusado por la Fiscalía de golpear a su novia en el vientre varias veces para provocarle un aborto. "Nunca dije que quisiera que abortase", añadió, aunque el fiscal le recordó su declaración judicial en agosto de 2013, cuando indicó que "solo quería que abortase durante el primer mes, pero luego quería tenerlo".

La víctima no ayudó nada a aclarar las cosas. No solo retiró la acusación, sino que se negó a contestar pregunta alguna, aprovechando su derecho a no declarar contra una persona con la que formó pareja en el pasado. Cuando el fiscal le preguntó si renunciaba a declara por presiones de su ex pareja, la joven, que apenas se aguantaba las lágrimas, indicó que lo hacía libremente. Sin embargo, el fiscal contaba con una testigo, una vecina amiga suya. "Estaba mucho conmigo y no tenía ganas de ir a casa. Comenzó a contarme lo de los malos tratos. Un día vino con las rodillas negras, llorando, y me dijo que le había echado la zancadilla por la calle y se había caído. Todo porque no tenía internet en casa y había ido al telecentro", declaró. La chica también le contó que le daba puñetazos en la barriga, e incluso un día le vio un "renegrón". También le dijo la víctima que el acusado la había cogido por el cuello y le había presionado el vientre. Fue con ella a poner la denuncia.

La madre del acusado, en prisión por otro asunto, negó que su hijo golpease a la víctima, que amenazase con matarla a ella y su familia, o que no la dejase salir de casa. Y la defensa del acusado adujo que todo se lo había inventado la víctima, una chica inestable, que se había visto superada por el hecho de verse embarazada muy joven, sin el apoyo de su familia. El fiscal no sólo mantuvo que se trataba de un delito de violencia habitual, sino que añadió una acusación maltrato y amenazas, lo que elevó su petición a dos años y diez meses de prisión.

El acusado, que dijo en el juicio que su expareja había perdido la custodia de su hijo en favor de los abuelos maternos del menor, utilizó su derecho a la última palabra, antes de volver a prisión: "Quiero a reconocer a mi hijo y luchar por él, ya que la madre no puede". Fuera del Juzgado, la joven denunciante rompió a llorar desconsoladamente, mientras, preguntaba a su abogada: "¿No puedo hablar con él hoy?".