Cuando se contempla el batir del mar frente a Cabo Blanco, en El Franco, jamás se olvida. No sólo por la belleza de la piedra, millones de veces tallada por el agua y el viento, sino también por saber que se está caminando sobre la historia. Y es que justo allí se encuentra uno de los castros marítimos más importantes de la costa asturiana. Tras ser excavado en parte para su estudio y posteriormente de nuevo cubierto, no por ello deja de impresionar este promontorio costero donde, muchos siglos atrás, existió un asentamiento castreño de grandes dimensiones y del cual se llegaron a contar hasta cuatro fosos transversales. De hecho, antes de llegar al mirador desde donde se puede observar el espacio que antaño ocupaba, existe una entrada en tierra, por uno de esos muros de gran altura, que lleva finalmente a un pequeño balcón al mar.

Este lugar es una de las tantas joyas que el camino va regalando al senderista que opta por realizar, en este caso, el tramo costero del GR-E9 que va desde el precioso puerto de Viavélez, de tradición ballenera, hasta otro puerto no menos hermoso, el de Tapia de Casariego. En total, unos 16 kilómetros de ida, aunque, en la ruta que nos ocupa, el tramo realizado es de unos 8 kilómetros, pues, aunque se inicia en Viavélez, finaliza en la playa de Porcía. Y todo ello compartiendo gran parte del tiempo campo y mar, siguiendo un amable sendero que en ocasiones nos hace pasar por pueblos para conducir de nuevo nuestros pasos frente al mar.

El mismo punto de partida, Viavélez, bien vale un buen recorrido. Asomarse a la zona de la atalaya e imaginar el lugar donde el atalayero, prendiendo un fuego, avisaba a los vecinos del paso de ballenas para ir a su captura es una experiencia a tener en cuenta antes de iniciar el paseo hasta la impresionante playa de Porcía, en el concejo de El Franco. Así y desde allí se inicia el camino por una pista hacia Mernes y se prosigue hasta el mirador de la playa de Monellos. La ruta, que está marcada en todo momento, continúa hacia Valdepares. Allí, y junto a la iglesia, se encuentra el palacio de Fonfría, que atrae la vista del viajero por su torre y su escudo. Es éste un palacio del siglo XVI que se levantó sobre lo que fue una torre fuerte de tres plantas. Retomado el camino en dirección al mar y al camposanto, que se deja a la izquierda, se llega primero a uno de los fosos del castro de Cabo Blanco y, unos 500 metros más allá, al mirador desde donde se contempla el cabo y al lugar donde está el castro inexcavado. A decir de los expertos, éste, por su extensión, fue uno de los poblados costeros más destacados de Asturias.

El paseo continúa por un camino de tierra sencillo con varios miradores al mar. Otro de los atractivos es el área recreativa de Lloxe y, un poco más allá, hay otro balcón impresionante al mar que se encuentra donde está el vértice geodésico de La Atalaya, al que hay que llegar desviándose unos 200 metros del camino.

Finalmente, y en una cómoda bajada, el camino costero va descendiendo hasta llegar a la preciosa playa de Porcía, por la que es un gustazo caminar de uno a otro lado en marea baja hasta llegar, casi, al mismísimo encuentro con el río Porcía, que allí desemboca. Un lugar mágico donde finaliza este paseo de 8 kilómetros de belleza singular.