En la asamblea de afectados por la deuda con el ERA hubo ayer en Oviedo mucha rabia y hasta lágrimas. Más de un centenar de familiares de ancianos fallecidos en los establecimientos residenciales del Principado se conjuraron en la unidad "para frenar esta barbarie". Los promotores de la asamblea, que es continuación de las celebradas en Gijón, Sama y Avilés, fueron convocados el viernes, 8 de abril, a una concentración frente a la Junta General.

Ese día el parlamento asturiano debe discutir la ley de Reclamaciones que Podemos, tal y como explicó ayer en la reunión la diputada regional Rosa Espiño, pretende que sea de lectura única "para que de manera ineludible el Gobierno regional tenga que acatarla" sin dilación. Espiño reclamó a la Federación Socialista Asturiana "que es especialista en dilatar los tiempos" que tenga "la misma celeridad con que tramitó otras leyes".

Ángel Rodríguez, portavoz del colectivo afectado, habló de 4.700 familias afectadas "y otras que están a la espera como no frenemos este abuso y esta barbarie". Rodríguez añadió que "somos muchos y se van a doblegar pero esto no va a ser de la noche a la mañana".

Entre el público alguien pidió una postura judicial común. Por el momento lo que hay son reclamaciones a título individual pero no se descarta una demanda colectiva. La asamblea se celebró con una pancarta desplegada en la que se leía: ¿Dónde está el dinero de la Dependencia?

La presencia de la diputada Rosa Espiño, y del portavoz de Podemos en la Junta Emilio León entre el público, obligó a Ángel González a una matización: "aquí no hay ningún grupo detrás de nosotros, pero Podemos es el grupo parlamentario que más tira por esta iniciativa".

La Plataforma de Afectados por las Deudas del ERA prepara asambleas en Navia, Mieres y Llanes y quizá una manifestación conjunta.

La polémica surgió cuando cientos de familias asturianas recibieron la reclamación del Principado del abono de la deuda acumulada por antiguos residentes en centros públicos y fallecidos hacía varios años. Cantidades de varios miles de euros que en muchos casos amenazan con colapsar las economías, casi siempre modestas, de los herederos.