Una reciente investigación revela que el ascenso de temperaturas se traducen en estaciones de polinización más largas. En Asturias, el pasado invierno vino más seco de lo normal. De hecho, los meses de diciembre y enero -en la foto, un termómetro en Oviedo marca 26 grados- fueron los más calurosos de las últimas cuatro décadas.