Los niños hablaron ayer por boca de Francesco Tonucci. El maestro y pedagogo recibió de manos del rector el doctorado honoris causa de la Universidad de Oviedo, y Tonucci, abogado defensor de por vida de las causas y derechos infantiles, reprodujo algunas de las cosas que había escuchado de los más pequeños. Un niño de cinco años: si los adultos no escuchan a los niños se buscarán problemas grandes. Y otro algo mayor: es importante cuidar el espacio público porque para muchos es el único.

En primera fila del paraninfo de la Universidad, una niña. Se llama Nina y es la nieta de Tonucci. "Me avergüenza decirle a mi nietita que le vamos a dejar un momento en el que van a tener una esperanza de vida menor a la nuestra".

El nuevo doctor honoris causa de la Universidad asturiana, el primero que nombra el actual equipo de gobierno, echó mano de la Biblia para recordar las palabras de Jesús en relación con los niños: "los pone como modelo a seguir, como parámetro de salvación. Y lo dice muy en serio, no se trata de ninguna provocación". El niño "como constructor del hombre". Decía Picasso, y lo reprodujo Tonucci en su discurso, que había empleado toda su vida para aprender a pintar como un niño.

Cambiemos el verbo pintar por el de pensar. "Pensar sin condicionamientos de adultos, como las prisas o ese deseo de uso compulsivo del coche. Y pensando así, como niños, pueden ser mensajeros de propuestas interesantes y avisos de señales de alarma". Y además ciudadanos de pleno derecho.

Plazas vacías

El problema es que les hemos cambiado el entorno, lamentó. "La plaza de mi pueblo era el lugar donde los niños jugábamos. Hoy las plazas se han convertido en lugares vacíos de personas o llenos de automóviles".

El rector Santiago García Granda habló de esa genialidad bicéfala compuesta por el pensador Tonucci y su alter ego, el dibujante Frato. "Le animo a que continue con esas curiosas relaciones entre usted y Frato" porque, como señaló el rector "el humor es un signo inequívoco de la madurez humana".

Para García Granda ese simbólico que el primer honoris causa de su mandato "sea un referente del ámbito educativo".

La madrina de Tonucci (Fano, Italia, 1940), la profesora Carmen Fernández Rubio, se refirió al gran proyecto del pedagogo, la ciudad de los niños. "La ciudad que piden no es solo para ellos sino para todos". Lo mismo se puede decir de la escuela. Tonucci reclamó desde hace tiempo "una escuela para ser felices". El doctor honoris causa, cuya obra ha editado en castellano la editorial Losada, lamentó que "hoy en día los niños ya no pueden salir de casa solos; todos su tiempo está organizado, siempre están vigilados", para concluir casi con una proclama de programa político: "hay que poner límites a los mayores".