Fue en el año 2016 cuando la Unesco declaró la cerveza belga parte de la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por su importancia histórica y por ir ligada a un ritual social y a una cultura específica. Ahora es la sidra asturiana la que persigue el mismo reconocimiento que tiene una bebida que le hace directamente la competencia. Eso es lo de menos. La ONU no juzga la calidad de los productos ni sus niveles de ventas. El jurado valora la repercusión que ese bien o esa tradición han tenido en su entorno a lo largo de la historia. En la primavera de 2019, y con el apoyo de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias y las consejerías de Cultura y de Desarrollo Rural, la cultura milenaria que gira en torno a la manzana, las pomaradas y el escanciado tiene previsto presentar su precandidatura ante el Consejo de Patrimonio Histórico Español, que elige, en último término, el bien intangible del país que compite cada año por la distinción.

Cada país presenta una sola candidatura por año, por eso es importante recabar el máximo de apoyos para pasar la criba. Lo tiene presente Jesús Casas Grande, director general de Desarrollo Rural, que se ha sumado con entusiasmo a las pretensiones que los defensores de la tradición sidrera asturiana acarician desde el año 2013.

España defenderá este año ante la Unesco la tradición de la Tamborrada, a petición del "Consorcio Nacional de los pueblo del tambor y el bombo". En 2019 la cultura sidrera competirá directamente por la nominación con el espeto malagueño, un plato de pescado típico de la Costa del Sol que se prepara con cañas, sal y fuego.

Uno de los promotores de la candidatura de la cultura de la sidra, el historiador lavianés Luis Benito García, premio extraordinario de doctorado de la Facultad de Historia de la Universidad de Oviedo por la tesis titulada "Sidra y manzana en Asturias", será, con total seguridad, uno de los miembros de la comisión de expertos que trabajará en los próximos meses codo a codo con las consejerías de Cultura y de Desarrollo Rural para preparar la documentación y sumar adhesiones a la campaña.

El primer paso fue, la pasada semana, la presentación del logotipo que acompañará a todas las acciones promocionales y que podrá incluirse en botellas de sidra y en todo tipo de objetos, entidades o lugares que quieran colaborar. Jesús Casas no se anda por las ramas. "Los estudios nos dicen que la sidra asturiana es el origen de todas las sidras del mundo y se debe enfatizar su valor cultural, ya que continúa haciéndose a la manera tradicional y manteniendo procesos básicos, como el escanciado".

Precisamente, el escanciado es el rasgo distintivo por excelencia del consumo de sidra, aunque otras comunidades como el País Vasco lo hayan adoptado recientemente. La costumbre de echar la sidra en el vaso es netamente astur y ha dado lugar a unas normas escritas que rigen los concursos de escanciadores que se celebran por toda la geografía regional.

Nueve fiestas

Las redes sociales también se mueven por la incorporación de la cultura sidrera a una extensa lista en la que España está representada nueve veces con fiestas y manifestaciones, como los "castells", el silbo gomero, el canto de la Sibila de Mallorca, el flamenco, los tribunales de regantes del Mediterráneo y la cal artesanal de Morón de la Frontera, las Fallas de Valencia, los Patios de Córdoba y el "Misterio de Elche". La dieta mediterránea, la cocina francesa, el mariachi mexicano y el punto cubano también están en la nómina de elegidos. Para la mayoría, la espera ha sido larga.

La inclusión en la lista de la Unesco implica el compromiso de cuidar y preservar el bien declarado, en este caso sería la cultura de la sidra, que dejaría de ser sólo de Asturias para tener una dimensión internacional. "No puede haber ni el más mínimo asomo de mercantilismo en la candidatura; la Unesco no tolera que se trate de obtener beneficio económico con las declaraciones; por eso debemos hilar muy fino", recomienda Jesús Casas. El director general no desea que a Asturias le ocurra lo mismo que a la cocina mexicana, en la lista desde 2010, que tuvo problemas por utilizar el reconocimiento como reclamo comercial. "Éste es un gesto de generosidad de Asturias; es un compromiso que asumimos todos y que a la vez también nos otorgará un prestigio internacional", asegura Jesús Casas. El director general lo tiene claro: "Éste es un camino complejo, de largo recorrido, pero merece la pena intentarlo".

La imagen de la candidatura de la sidra asturiana para ser reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es un guiño a la manzana y al escanciado, según explicó el ilustrador y autor de la obra, Juan Hernaz.