La adición al móvil está convirtiéndose en un problema cada vez más común. Los menores de 16 años usan en España una media de más de tres horas al día sus dispositivos inteligentes. Un tiempo de uso que solo en 1 de cada 5 casos esta supervisado por sus padres. Esta exposición, sin un control paterno, puede acarrear problemas graves para los menores.

Un estudio de Common Sense Media apunta a que la mitad de los jóvenes se considera enganchado al móvil, y un 24% de los menores reconoce estar on-line “casi constantemente” Sin embargo, la realidad es que el 78% asegura revisarlo al menos una vez a la hora.

La gravedad de esta adicción es mayor teniendo en cuenta los riesgos a los que se exponen los más pequeños al conectarse a la red sin estar supervisado. Se ha demostrado que puede generar problemas psicológicos como agresividad, irascibilidad, trastornos alimenticios o del sueño. Y también supone un riesgo físico ya que los menores pueden llegar a convertirse en víctimas, o incluso culpables, de ciberacoso, robos, timos, chantajes y extorsión.

Hay maneras de hacer más segura la conexión de los menores a internet como limitar el tiempo de uso o hacerlo a través de redes seguras o VPN (Virtual Private Network). Aún así, lo más importante es hablar con ellos para que aprendan dónde están los riesgos. “Hay que educar a nuestros hijos a evitar peligros en la vida real, y también hay que hacerlo en el mundo digital” explica Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.

Desde esta empresa seguridad destacan que el peligro más importante es que los niños se desarrollen más en el plano virtual que en el real y pierdan la diferencia entre ambos mundos. Para evitar esto lo fundamental es hacer un esfuerzo para comprender cómo, dónde y por qué los niños pasan tiempo en sus teléfonos. Apuntan a que un excesivo control o una prohibición de usar los dispositivos tampoco es positivo, y explican que “los menores tienen que aprender a evitar los riesgos y no vale que ni siquiera sepan que existen”.

Es importante, explican desde Panda Security, llegar a un acuerdo con los menores para establecer “pautas y límites” sobre sus conexiones antes de darles un dispositivo. Es necesaria una conversación y comunicación con los niños para que aprendan a usar los dispositivos de forma segura.