Es uno de los testimonios más impactantes sobre lo sucedido el lunes en la salida de Avilés hacia Gijón por la autopista. Quien protagoniza el terrible testimonio, Cándido Álvarez, fue uno de los primeros en atender a las víctimas. Transportista de profesión, iba con su camión detrás del autobús siniestrado. Se dirigía hacia Arcelor. Y él, que no oculta las lágrimas ni que "aquello" le ha dejado "tocado", se encontró con la realidad más dura en el interior de aquel amasijo de hierros.

Entre cadáveres y gritos, atisbó una voz conocida, amiga. La de la quinta víctima mortal: el vecino de Gijón José Emilio Menéndez, que se dirigía a casa para comer con su mujer tras cerrar su negocio en Avilés. "Es duro, levantas a uno que había fallecido, porque ya no había nada que hacer por él, y escucho una voz. Y sale de allí. Y era un amigo mío. Lo saqué como pude hasta que llegaron los bomberos y falleció después", cuenta con los ojos a rebosar de lágrimas, las mismas que derramó ayer durante los emotivos cinco minutos de silencio -uno por cada víctima- en la plaza de España.

El camionero, que hubo de ser sedado, describe las dantescas escenas vistas como propias de "un atentado" y remacha que "una cosa es ver estas cosa por la tele y otra llegar a casa lleno de sangre y cristales; nunca había visto algo así".