Son muy difíciles de descubrir y se pueden instalar en cualquier lugar, desde un trípode a un guardarrail o incluso la puerta de un vehículo. Los veloláser, capaces de detectar un exceso de velocidad a 40 metros de distancia, ya llevan un tiempo en las carreteras asturianas, aunque nunca hasta ahora habían podido ser captados en fotografía. Lo chocante es que se instalaron en carreteras de Coaña y Navia que no se incluyen en la lista de tramos de alta siniestralidad en los que pueden realizarse controles de velocidad en cualquier momento, siempre que se anuncien previamente y sean perfectamente visibles para los conductores.

Concretamente, estos radares fueron colocados en días pasados en la recta del cementerio y del campo de fútbol de Andés, en la carretera que une Navia y Puerto de Vega (NV-2) y en el corredor del Navia (AS-12), a la altura de Trelles (Coaña), vías sin una especial peligrosidad. Hasta ahora, estos radares se habían colocado en carreteras como la variante de Avilés, la nacional de Pajares -N-630, en las inmediaciones de Campomanes-, en el acceso a la gran superficie de Paredes (Siero), a la salida del túnel de La Zorera, en la Autovía Minera (AS-I) y a la altura de las piscinas de El Llano, en Gijón, según difundió hace unos meses SocialDrive.

La presencia de estos radares en carreteras con escasa siniestralidad ha causado cierto estupor entre los conductores, que los consideran una trampa para recaudar. Tráfico ya anunció que incrementaría los controles de velocidad, así como los de alcoholemia y drogas tras el repunte de la mortalidad en las carreteras asturianas, que cerraron el año pasado con 32 fallecidos, cinco más que en 2017. Uno de cada tres accidentes mortales en Asturias tienen que ver con las distracciones, seguidas del exceso de velocidad.