De nuevo las normas chocan con la realidad. Los pastores de los Picos de Europa no pueden llegar con sus vehículos a las cabañas donde trabajan si ha llovido. Y no tienen permiso para dejar allí sus coches porque están dentro de un espacio protegido. Deben llevarlo a un lugar reservado al efecto. Esté donde esté.

De este modo, un pastor que tenga su cabaña en las vegas de Sotres deberá bajar a la majada, dejar su herramienta, subir a lo más alto de Sotres, aparcar y volver caminando hasta su lugar de trabajo, varios kilómetros más allá. Mientras tanto, los montañeros llegan, estacionan frente a las cabañas, y se van a hacer las rutas que consideren. "Ellos no tienen la culpa", inciden los pastores, porque "el turismo no nos estorba".

Es la "dejadez" del organismo de parques nacionales la que genera la crispación entre pastores y visitantes en tanto que se crean dos varas de medir. Los primeros deben cumplir las normas bajo peligro de sanción aun estando trabajando. Los segundos no son multados porque ninguna autoridad competente llega hasta allí para hacerlo y los guardas del parque no tienen potestad para dar cumplimiento a la multa.

Los ganaderos están hartos de pedir inversiones en forma de infraestructuras, y cansados de hacer labores pedagógicas con los visitantes, que llegan a zonas en donde no existe ni un solo punto de información. De hecho, estos días han colocado folios para que los visitantes sean conscientes de que hay un mínimo de normas que cumplir para que ellos "puedan disfrutar de este maravilloso paisaje y nosotros podamos seguir trabajando". Advierten en esas hojas colgadas por distintos puntos de Sotres que no se puede estacionar delante de cabañas, o debajo de pajares; del uso de las portillas canadienses o del de los potreros; pero también hacen hincapié en llevar a los perros amarrados para evitar problemas con el ganado.

El problema no se reduce a los Picos de Europa. También en la Ruta del Alba recuerdan del mismo modo los usos ganaderos del lugar.