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Solla, dos años remando junto a Villaverde: “Fuimos cercanos y trasladamos el proyecto uno a uno”

E que fue jefe de campaña, es ahora pieza clave en el relevo y será vicerrector

Humberto Rodríguez Solla, ayer, en el paseo de Begoña de Gijón. | Juan Plaza

“La Universidad de Oviedo es mi vida. Cuando entré en ella funcionaba a pleno pulmón. Mi única ambición es que, cuando yo me vaya, quede una institución mejor de la que había”. Son palabras del químico gijonés Humberto Rodríguez Solla, uno de los hombres fuertes del nuevo rector, Ignacio Villaverde. Fue su jefe de campaña, es pieza clave en la “transición” entre el equipo saliente y el entrante, y será vicerrector de Relaciones Institucionales y Coordinación. Un cargo desde el que el director del departamento de Química Orgánica e Inorgánica tratará de “normalizar” las relaciones con el Principado –“en los últimos años se habían enfriado”– y alinear el resto de vicerrectorados en torno a cuatro focos estratégicos: “Estudios, investigación, transferencia y gobernanza”.

Aunque Solla conoce al nuevo rector desde hace “muchos años”, su relación se intensificó a partir de 2018, cuando Villaverde presentó a un grupo de académicos un “novedoso” proyecto de Universidad. Sus ideas “atraparon” rápidamente al químico, que se puso, como tantos otros, a trabajar por una victoria en las elecciones de abril de 2020 –y que la pandemia retrasó hasta el pasado viernes día 12–. En pleno trajín le llegó el gran encargo: dirigir la campaña que podría desbancar a Santiago García Granda del sillón de mando. “Era la primera vez que hacía de jefe de campaña y me supuso un golpe de responsabilidad. Traté de coser viejas heridas, aunque en eso Villaverde ya había hecho una labor fantástica”, cuenta sentado en un banco de la calle Covadonga de Gijón, en medio de una gran ventolera.

Precisamente, esa unión entre dos sectores tradicionalmente enfrentados –los de Juan Vázquez y Vicente Gotor– fue una de las fortalezas del proyecto Villaverde –así lo reconoció él mismo el día de su victoria–. Pero no la única. Humberto R. Solla, “Húmber” para los amigos, dice que el constitucionalista encarnó un liderazgo “amable e ilusionante”. Y su campaña –ahí gran parte del mérito es suyo, aunque le incomoda reconocerlo– se basó en la “cercanía”. “Trasladamos el proyecto casi uno a uno. Desde el primer momento nos fijamos como objetivo recorrer la Universidad un mínimo de tres veces para cubrir todos los huecos. Fue una campaña modesta en recursos económicos, pero con grandes resultados por la implicación de la gente, que hizo muy sencilla mi labor”, asegura.

El doctor en Química Orgánica –en cuestión de días será catedrático– sufrió tanto como Villaverde la utilización “de manera torticera” del equipo rival de un “pequeño error” en el programa electoral. El famoso corte y pega. “No hubo crisis, sino tristeza. Porque era el trabajo de cuarenta personas”, señala. La campaña, según describe, fue “dura, tensa y en ocasiones bronca”. Pero eso ya es agua pasada. Ahora hay una “perfecta predisposición”, dice, del equipo saliente. “Tienen ganas de construir y no nos están poniendo palos en las ruedas, al contrario, nos lo están facilitando todo”, apunta. Con el equipo de Santiago García Granda ya tuvieron dos reuniones de transición y esta semana empezarán las específicas de cada vicerrectorado. Los primeros en encontrarse serán el nuevo delegado para la Coordinación Biosanitaria, Miguel del Valle, y la gerente de Granda, Ana Caro, que abordarán la pandemia. La gestión del virus es una de las prioridades del nuevo rectorado, que elaborará en los primeros días de gobierno un “plan covid” y formará un grupo de coordinación y reacción.

Solla tiene una breve experiencia rectoral. Fue director de la Oficina de Internacionalización de 2014 a 2016 con Vicente Gotor, al que le une una gran amistad. Aunque su entrada en la gestión se remonta a 2010 en la Facultad de Química, donde fue secretario, subdirector y ahora director del departamento de Química Orgánica e Inorgánica. El gijonés dejará la investigación en un segundo plano, con la tranquilidad de que estará Raquel G. Soengas, “casi una hermana”, a las riendas del grupo Síntesis Orgánica. Solla está especializado en la química organometálica; busca nuevas metodologías dentro de la química verde para construir moléculas dirigidas a la industria farmacéutica.

El profesor gijonés, que se define como un hombre de “buen carácter, empático, conciliador y muy constante en el trabajo”, tendrá un papel vital dentro del rectorado de Villaverde. En realidad, un doble papel: exterior e interior. “De puertas para afuera trataré de normalizar las relaciones con el Principado, que hemos detectado que en los últimos años se habían enfriado, así como con otras instituciones, como la Unión Europea. Y dentro, mi función consistirá en velar por que la actividad dentro de la Universidad y de cada vicerrectorado trabajemos de forma coordinada y dirigida hacia los focos estratégicos”, comenta. Es decir, que Solla “beberá” constantemente de los otros ocho vicerrectores y dos delegados para construir una Universidad digna para el siglo XXI. “No se tata de hacer una universidad no presencial, pero lo que nos han demostrado estos meses, con la pandemia, es que no podemos gestionar la Universidad como hace veinte años”, reivindica.

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