El sector turístico se prepara para la temporada alta
El "problema gordo" de la hostelería asturiana que le obliga incluso a "rechazar reservas" (y la temporada alta ya está aquí)
"El problema es gordo", claman los empresarios, que no encuentran empleados y afrontan mermados los próximos días de alta afluencia
Esta información ha sido elaborada por: M. Riera (Oviedo), S. F. Lombardía (Gijón), M. Martínez (Avilés), M . Á. Gutiérrez (Langreo)
En El Cafetín de Lastres han tenido que pedir disculpas a la gente que intenta sin éxito comer en su apetecible terraza con vistas al Cantábrico: "Dado que no tuvimos respuesta alguna a ninguna de las ofertas de trabajo que ofrecemos, nos vemos obligados a reducir bastante el número de comensales por servicio". En Llanes y Cangas de Onís, los escaparates de los restaurantes se llenan de carteles en los que se reclaman camareros y cocineros; y para ser más persuasivos, dada la urgencia, refuerzan el mensaje con que el puesto será para todo el año, que se garantiza incorporación inmediata...
La Semana Santa y el verano están a la vuelta de la esquina, así que la hostelería asturiana ha empezado a preparar la temporada alta, pero se ha encontrado con un problema habitual de unos años para acá: la falta de personal para completar las plantillas. Así las cosas, a los empresarios no les ha quedado más remedio que resignarse y adaptarse con la reducción del servicio, el ajuste de horarios, el rechazo de reservas, renunciar a terrazas... "Hemos buscado desde octubre sin éxito", explica Clara Roza, jefa de sala de El Cafetín. "Es muy gordo el problema, a todos afecta. Nosotros intentamos adaptarnos, les ofrecemos el horario que mejor les venga, qué prefieren hacer... y nada", lamenta.
Javier Fernández tiene varios establecimientos en la comarca del Nalón y preside la Junta de Hostelería de Langreo. Cree que la falta de personal es ya "un problema permanente" que se verá a agravado en Semana Santa. "Ya he tenido que rechazar reservas para el Domingo de Ramos porque no tengo suficientes camareros y es una situación que también están viviendo otros negocios de la zona, que se ven obligados a limitar la ocupación o reducir horarios porque no tienen suficientes camareros y cocineros", explica.
A juicio de Fernández, la situación "es muy preocupante" y existe el temor de que no vaya a mejorar a medio plazo. "Ya no funcionan ni los anuncios ni las peticiones que se hacen al Inem. Es muy difícil encontrar personal con un mínimo de cualificación y experiencia y, lo que es peor, a veces incluso con actitud para trabajar. La Administración debe intervenir para ajustar la formación a lo que demanda el mercado laboral porque la desconexión es grande", explica.
En Gijón, esto también está complicando cuadrar las plantillas para esta Semana Santa. "Es una cosa terrible, es que simplemente no hay gente", asegura Berna Alonso, propietario de La Cañada Real, uno de los mayores locales de los bajos de El Molinón. Señala el hostelero que el perfil de empleados dispuestos a trabajar ahora mismo es mayoritariamente de extranjeros, pero que su fichaje no está siendo siempre posible por cuestiones burocráticas. "En los centros de formación, el personal es casi todo extranjero, que tiene opciones de formarse gratis si está en el paro, pero luego a esta gente no se le da permiso para trabajar o todavía no tiene la suficiente experiencia", añade.
Explica Alonso que la mayoría de locales hosteleros que él conoce, sobre todo los más grandes, están ofreciendo contratos de entre 1.300 y 2.000 euros. "En negocios de grandes grupos los salarios son esos, así que no parece que sea un problema de dinero, pero no se están cubriendo todos los puestos. Esto al final implicará un peor servicio para el cliente: el trabajo de diez tendrán que hacerlo ocho o nueve personas", lamenta.
El hostelero avilesino Miguel Villabrille tiene suerte. En su caso, no tienen problemas de personal porque "hace muchos años que trabajo con la misma plantilla". No obstante, es consciente de que otros compañeros sí tienen dificultades. "No es nada nuevo. Hay un mantra sobre el sector de que se trabaja mucho y las condiciones laborales y salariales no son buenas, pero eso se está superando porque cada vez somos más los empresarios que actuamos correctamente y ofrecemos buenas condiciones. El problema es que esta profesión es vocacional, y poca gente quiere trabajar cuando todos están de fiesta. Y eso sí que es difícil de superar", concluye.
M. Riera
Si complicado lo tienen "abajo" los hosteleros para reforzar sus plantillas, "arriba" ya es para nota. En el refugio de la vega del Meicín (Lena), su titular, Tania Plaza, lanzó hace unas cuantas semanas el aviso de que buscan apoyo de cara al verano. "Sí que lo tenemos difícil para encontrar el perfil", admite Plaza. "Aquí arriba muchos piensan que trabajar en un refugio es hacer montaña y no es así, se equivocan. Hay que hacer de todo y la montaña queda en un segundo plano. Luego, si hay tiempo libre, se aprovecha. Pero el trabajo es otro". De momento, no han contratado a nadie a la espera de ver qué plantean los candidatos y en qué condiciones están dispuestos a trabajar. "Pasar el verano entero arriba condiciona mucho, pues quedas limitado para ver a los amigos y a la familia, igual solo unos pocos días en toda la temporada", señala la refugiera. Así las cosas, en El Meicín están dispuestos a cambiar el sistema y hacer turnos, por ejemplo, de 10 de trabajo y 4 de descanso, o hacer semanas alternas. Todo está por ver. "Creemos que así será menos complicado encontrar personal, porque no es un puesto fácil. Queremos reunir a toda la gente, tratarlo con ellos y ver qué están dispuestos a hacer". Vaya por delante, advierte Plaza, que no hace falta saber de montaña, aunque se pueda pensar lo contrario. "Pudiendo llegar hasta aquí caminando, vale. Lo más importante es saber cocinar, limpiar y atender bien al público. El tirón es de 12 horas al día", recalca.
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