Asturias se moviliza por una alimentación saludable

Las sociólogas Cecilia Díaz y Sonia Otero lideran una investigación pionera en España sobre las claves para un sistema agroalimentario sostenible

Sonia Otero y Cecilia Díaz, en la Facultad de Economía y Empresa, en Oviedo.

Sonia Otero y Cecilia Díaz, en la Facultad de Economía y Empresa, en Oviedo. / Luisma Murias

Mariola Riera

Mariola Riera

Que Asturias tenga un sector agroalimentario sostenible –entendida la sostenibilidad como la necesidad de mantenerse sin agotar los recursos o dañar el medio ambiente– es tarea de todos los implicados y de que estos actúen de forma conjunta y coordinada, no aisladamente. Los implicados, todos los agentes de la red agroalimentaria (productores, industria, distribuidores, restauración, científicos, administración, gestores de residuos y consumidores) están dispuestos a hacerlo, a coordinarse y a colaborar conjuntamente. Pero piden un espacio común donde interactuar e intercambiar opiniones y donde reflexionar sobre sus problemas y las soluciones, además de un mediador "fiable y objetivo" como puede ser la ciencia (los analistas) que les ayude a alcanzar la sostenibilidad alimentaria en Asturias.

"El objetivo, el reto es lograr una alimentación saludable, sostenible y justa", resalta Cecilia Díaz, catedrática de Sociología de la Universidad de Oviedo y directora del Grupo de Investigación en Sociología de la Alimentación. Junto a la profesora Sonia Otero, integrante del grupo, ha desarrollado durante algo más de un año un trabajo pionero en España, financiado por la Consejería de Ciencia, sobre el sistema agroalimentario de la región: "Consorcio Comensal. Decálogo para avanzar hacia la sostenibilidad alimentaria en Asturias".

Es pionero porque es la primera vez que todos los agentes del sistema participan conjuntamente para reflexionar sobre cómo ser más sostenibles. "Era una prioridad y un reto, porque hasta ahora no se había hecho nada similar desde el punto de vista social", explican las profesoras. "Tampoco se había hablado con todos los agentes a la vez, ni habían tenido la oportunidad de hablar entre ellos y reflexionar en conjunto".

"El discurso tradicional sobre el fin del mundo rural está en retroceso", advierten las autoras de "Consorcio Comensal"

Más de doscientas personas de los distintos eslabones de la cadena alimentaria han participado en los talleres y han sido entrevistadas y encuestadas. En diciembre concluyó el trabajo –en el que también participan, además de la Universidad de Oviedo, el Serida, Cogersa y Asincar– que ha alumbrado el decálogo con las indicaciones que los agentes del sistema sugieren para avanzar en la sostenibilidad. Una de las principales conclusiones es la necesidad de generar espacios de diálogo para que se relacionen todos los agentes y compartir problemas y soluciones. "La administración pública se relaciona con todos ellos por separado, pero los agentes no tienen contacto entre sí", explica Cecilia Díaz. "En este sentido la ciencia, los analistas, tenemos un papel importante y se nos ve como agente fiable para facilitar esa comunicación. Todas las partes piden facilitar ese diálogo, pues comparten problemas y están dispuestos a ser coparticipes de las soluciones".

Uno de los obstáculos que se apuntan para avanzar en la sostenibilidad es la falta de compromiso. "Si no nos lo creemos difícilmente se puede mejorar", reseña Sonia Otero al referirse a las conversaciones en los talleres participativos. Y el compromiso con una actividad respetuosa con el medio ambiente solo se consigue si esto es útil y rentable. "Una de las demandas es que la sostenibilidad debe ir asociada a rentabilidad, así lo afirman los cocineros, agricultores, ganaderos, distribuidores... Si no es rentable difícilmente van a tener el compromiso que se requiere para ser sostenible".

En cuanto a la legislación, todos los agentes tienen claro que ésta "marca la pauta a seguir, pero la cadena agroalimentaria es desigual y en algunos casos es limitadora en función del agente", reseña la profesora Otero. "Los más débiles, el pequeño productor, por ejemplo, creen que la ley debe respaldarles y demandan normativa que les ayude a avanzar hacia la sostenibilidad. Sin embargo, la industria o la distribución consideran que en ocasiones la legislación es demasiado intervencionista. La conclusión es que la legislación es necesaria, imprescindible, pero se requiere que se adapte a las diferencias en función de la capacidad de cada agente de participar en el sistema agroalimentario".

Una de las conclusiones de la investigación que más ha llamado la atención a ambas sociólogas es la referencia continua a la falta de relevo generacional que se sufre en el medio rural asturiano, con ganaderías y explotaciones agrícolas sin el futuro asegurado cuando se jubilen sus titulares y pueblos que poco a poco se van quedando vacíos. Pero los participantes en los talleres han sobrepasado esta reflexión dramática sobre el futuro de la región y han aportado reflexiones que van más allá de la tradicional queja de la Asturias envejecida. "Todos se sienten afectados por la falta de jóvenes. Es compartido que el trabajo en el campo es duro, difícil, a veces poco rentable... Es el discurso habitual", señala Cecilia Díaz.

No obstante, las mujeres que participaron en la investigación advierten de que de alguna forma se les impide a ellas y a los jóvenes incorporarse a esas tareas. "Han puesto en cuestión el discurso tradicional de que no hay relevo generacional, porque, afirman, que sí lo hay. Hay una presencia femenina no reconocida, y también de jóvenes, pero en los agentes más tradicionales solo quieren ver reproducida su actividad tradicional, no aceptan que vengan con otras ideas y con ánimo de hacer las cosas de otros modo. Hemos percibido una interpretación diferente sobre el relevo generacional, que, aunque sea minoritario sí se está produciendo", explican. En los talleres participativos se apuntó a una cierta transformación con nuevos cocineros, con jóvenes en los pequeños o medianos negocios, con mujeres en el campo, en la agricultura y la ganadería. "Las mujeres entrevistadas y quienes han participado en los talleres creen que se presta poca atención a estos nuevos agentes que van acompañados de una fuerte sensibilidad hacia la necesidad de ser sostenible", reseñan las profesoras, quienes advierten: "El discurso tradicional sobre el fin del mundo rural está en retroceso".

En líneas generales la conclusión es que el avance hacia la sostenibilidad alimentaria está en marcha en Asturias, sostiene Cecilia Díaz. "Estamos en un momento de cambio", apunta Sonia Otero, quien habla del proyecto "Consorcio Comensal" como un ejemplo de ese cambio y esa implicación social en el cuidado del medio ambiente. "Los próximos años serán claves en mejorar las prácticas, lo que llegarán gracias al diálogo de todos los agentes. El reto es conjunto, como las oportunidades y las dificultades".

Cecilia Díaz advierte, además, de que un error común es cargar toda la responsabilidad final en el consumidor. "Y no es así, él no debe resolver el problema dejando de su mano la elección de qué consumir y qué no. Todos tienen que aportar su compromiso en la cadena". Además, concluye Sonia Otero, "no todo el mundo tiene capacidad de elección y afrontarlo no solo está en manos de quien compra".

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