El PP asturiano se activa ante la inminente convocatoria de su congreso

V. M.

La inminente convocatoria de un congreso regional del PP asturiano cayó ayer en el partido como una carga de profundidad, cuya detonación dependerá de cuánto se eleve la presión interna. La posibilidad de cambios en el partido ya ha activado movimientos de afiliación en algunas juntas locales, admiten fuentes del partido. Los estatutos del PP no obligan a un periodo de militancia específico para poder votar a compromisarios en un congreso interno: basta con que estar al corriente de pago y autorizado en el momento en que se celebre.

El presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo apuntó que la convocatoria del congreso asturiano se producirá "muy rápido", con la intención de que tenga lugar después del previsto el 4 de noviembre para los populares vascos. En todo caso, los estatutos marcan el camino que discurrirá tras la convocatoria oficial del cónclave, que tendrá que convocar la junta directiva del PP asturiano una vez que Génova dé permiso. Este hecho, a la vista de las palabras de Feijóo, podría producirse en cuestión de días.

Habrán de pasar 45 días desde la convocatoria hasta la celebración del congreso ordinario, según las normas del partido, si bien cabe la vía rápida del congreso extraordinario, que exige debate previo en la Junta directiva y que cuenta con un plazo exprés de solo un mes.

A lo que sí ponen límites los estatutos del PP es a la afiliación de quienes opten a la presidencia del partido: un año de miliancia. Aunque Diego Canga nunca explicitó que sus pretensiones fuesen presidir el PP asturiano, esta posibilidad quedaría anulada con la inminencia del congreso, ya que Canga comenzó a tramitar su afiliación el pasado mes de junio.

El PP asturiano no celebra congreso desde 2017, en el que fue elegida presidenta la hoy diputada Mercedes Fernández. Los estatutos fijan que cada tres años debe repetirse la cita, pero los populares han estado ya más de seis años sin opciones de medir su pulso interno y refrendar a sus dirigentes. Teresa Mallada, que sustituyó a Mercedes Fernández, fue desginada por la dirección de Casado y no logró el congreso que reclamaba para legitimarla. Tras su dimisión, que supuso la llegada de Canga como candidato, el PP se mantiene sin presidencia, gestionado por el secretario general, Álvaro Queipo, con atribuciones de presidente y considerado la opción más probable para optar al cargo.

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