Allá por los finales de los años setenta y comienzos de los ochenta del pasado siglo, la «movida avilesina» se situaba en la calle Galiana, donde la animación -especialmente los fines de semana- comenzaba sobre las siete de la tarde y no cesaba hasta que el sol volvía a hacer acto de presencia sobre el cielo de nuestra villa.

Sin embargo, desde hace una veintena de años, la calma que reina en la soportalada y tradicional calle de Galiana es total y absoluta. Los bares, cafeterías y discotecas han desaparecido de su faz y la inmensa mayoría de los bajos comerciales aparecen vacíos y sin actividad desde que amanece hasta que anochece.

¿Esto es positivo o negativo? Desde luego que para quienes viven en Galiana poder descansar toda la noche sin ruidos y sobresaltos es un beneficio, y no seremos nosotros los que desde esta sección pidamos que la «movida nocturna» regrese a esta preciosa calle, que, posiblemente, sea la más tradicional, llamativa y más bonita de todo Avilés. Pero sí abogamos por que recupere atractivo y animación, para tratar de llegar a ser la vía de los artistas, de los artesanos y de los pequeños museos.

Hay en Galiana muchos bajos cerrados a cal y canto desde hace demasiado tiempo, que bien podrían volver a abrir sus puertas -previo el necesario acondicionamiento- para acoger pequeños talleres artesanales y pequeños estudios en los que los pintores y escultores locales pudieran demostrar y ofrecer al público la mucha calidad que poseen. No digo que vayamos a hacer de Galiana una mundialmente conocida réplica de la calle del barrio judío de Praga, en la que vivió y trabajó el gran escritor Franz Kafka, pero sí algo que tuviera interés para propios y forasteros.

Aparte de pintores, escultores y artesanos, en Galiana, en las inmediaciones del Lar Gallego, ya existe, pero muy oculto a la vista del público, un local en el que la Cofradía de El Bollo tiene situada su sede social. Si esta calle recuperase esta actividad artística, ¿no sería posible abrir un pequeño museo en el que se mostrase todo el material fotográfico, fílmico, libresco y literario que existe en torno a nuestra más que centenaria fiesta de la Pascua de Resurrección?

¿Y no podría tener acomodo en esta calle un edificio en el que se mostrase el museo de la cerámica tradicional, que desde hace años está guardado en cajas en los locales de la parroquia de Santo Domingo de Miranda?

Incluso, ¿no podría situarse en un inmueble de esta calle otro pequeño museo con las antigüedades náuticas que posee el hostelero local don Arsenio «Tito» Fernández y que fue admirado y elogiado por personalidades de la vida marítima española y que se pudo ver, hace meses, en la Cantina de la Renfe? Este museo de las antigüedades náuticas estaba previsto que pudiera ser ubicado en el edificio de Las Colonias, en Salinas, pero, de no ser así, en Galiana podría encontrar una sede magnífica.

Con todos estos contenidos, ¿no piensan que la calle de Galiana podría volver a resurgir y pasar a convertirse en no sé si la más, pero sí de las más atractivas de nuestra milenaria villa?