Félix VALLINA

Jorge Ramón Bogaerts, doctor en Historia y autor del libro «El mundo social de Ensidesa», cuenta que cuando era muy joven le escuchó a un amigo granadino el siguiente chiste: «Dos gitanos van por el monte y se encuentran a una pareja de la Guardia Civil. Uno de los guardias les dice "alto, ¿quien vive? " y después de un silencio se oye una voz que responde "ustedes que tienen economato"». No le encontró la gracia, porque pensaba que todas las personas «tenían economato» y que todos vivían en casas levantadas por la empresa que empleaban a sus padres. No en vano, Bogaerts nació en Llaranes, uno de los núcleos urbanos potenciado bajo las faldas de una Ensidesa que modificó por completo la fisonomía de una ciudad que pasó de 21.000 a 82.000 habitantes en cuestión de dos décadas. La necesidad de mano de obra del gigante siderúrgico, que acaba de cumplir 60 años y ahora atiende al nombre de Arcelor-Mittal, originó el desarrollo de zonas como Versalles, La Carriona, La Luz o Valliniello -muchas sin dependencia directa de la empresa- y trajo consigo un modelo de ciudad que hasta entonces era totalmente inconcebible.

José Ángel del Río es jubilado de Ensidesa y todo un referente en el barrio de Llaranes. Llegó de Gijón con diez años y conoce de primera mano la historia social del Avilés de mediados del siglo pasado. «Todo era una novedad para nosotros: las casas, las calles, los vecinos... A la ciudad llegaron personas de todas las partes de España, gente que venía del campo o de otras ciudades y que se mezclaba en esos nuevos barrios de trabajadores». Del Río recuerda «las escuelas con forma de tubo a las que asistíamos los hijos de los obreros, las pequeñas tiendas de comestibles y los vendedores ambulantes que abastecían a los barrios o las visitas al centro urbano de Avilés, donde sólo íbamos en días especiales o para acudir al médico». José Ángel del Río sigue viviendo en Llaranes y asegura que «fue una especie de laboratorio en el que nos fuimos mezclando personas de procedencia muy distinta que acabamos por conformar un barrio unido».

Llaranes y otros poblados, como Garajes, La Marzaniella y Trasona, no daban abasto y fue entonces cuando la empresa compró el barrio de la Luz para poder ofrecérselo en régimen de amortización a sus empleados. La calidad y los servicios de La Luz nada tenían que ver con los que ofrecía Llaranes. «La empresa tuvo que admitirlo, usaba las viviendas de La Luz para operaciones de descenso de calidad, en algunos casos como alternativa para las viudas de trabajadores que de otra manera tendrían que haber abandonado cualquier vivienda relacionada con la empresa», explicó Jorge Ramón Bogaert. Después de La Luz, a medida que Ensidesa crecía, vino la expansión del resto de zonas citadas.

El también historiador Juan Carlos de la Madrid resume con una frase lo que, en su opinión, supuso Ensidesa para Avilés. «Fue el presente de una ciudad que parecía no tener pasado y ahora es el pasado de una ciudad que parece no tener futuro». De la Madrid asegura que el asentamiento de la empresa en la ciudad «tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas». Afirma que «fue un cambio radical y estructural en muy poco tiempo que, entre otras cosas, abrió una trinchera entre la población de antes de Ensidesa y la que llegó con la fábrica. Las diferencias entre los "coreanos" (nombre que recibían los foráneos) y los de toda la vida fueron una de las lacras de los inicios. Alrededor de Ensidesa se crearon poblados chabolistas que han durado hasta el siglo XXI». De la Madrid sostiene a su vez que la «fabricona» trajo consigo evidentes mejoras económicas que repercutieron en la ciudad. «Aparecieron los primeros consumidores modernos, los economatos... Ensidesa introdujo en Avilés una inyección económica».

Para Juan Carlos de la Madrid las circunstancias permitieron «proteger el casco histórico» a costa de un «desarrollismo sin tasa». En su opinión «era tanta la necesidad de crear viviendas de forma acelerada que se empezó a construir en las afueras, hacerlo en el centro hubiera sido más lento y hubiera supuesto un coste más alto».