San Telmo enciende la sirena de La Arena

El párroco de San Juan, a los vecinos: "La Comisión de Festejos se extingue, ¿por qué no nos unimos por el bien del pueblo?"

Saúl Fernández

Saúl Fernández

José María Menéndez, el párroco de La Arena, encendió la sirena de la rula del pueblo antes incluso de que la de verdad sonara al paso de las rederas, antes de la ofrenda "a los que se llevó la mar".

Lo hizo el cura ayer en el púlpito de su templo, cuando llegó la hora del sermón de la fiesta de San Telmo: "La Comisión de Festejos de San Juan de La Arena se extingue. ¿Por qué no nos unimos por el bien del pueblo?". Y sus palabras no cayeron en saco roto. Los que llevan la organización de las fiestas del pueblo necesitan relevo. "Necesitamos descansar", señaló Manolo Álvarez, el muñidor de la penúltima procesión religiosa en la comarca, el director de la bandina de tambores (era pequeña y formada por los más pequeños), la encargada de abrir la procesión que ayer fue veraniega, a pesar de haber llegado ya el otoño entero.

La banda de gaitas de Corvera, la que dirige Bras Rodrigo, fue la encargada de poner música al recorrido: desde la iglesia a la desembocadura de Nalón, con las imágenes de San Telmo, de la virgen del Carmen y de la de Covadonga. Cada una de ellas, escoltada por guajes del Club de Remo del Bajo Nalón, cada uno de ellos con sus remos como lanzas pacíficas para acariciar las aguas que explican la razón de ser de un pueblo, La Arena, que ayer a mediodía volvió a contemplarse: una gran red transportada por un montón de vecinas –sobremanera, vecinas–, dos coronas de laurel que lanzaron a las aguas el alcalde de Soto del Barco, José Manuel Lozano, y el concejal socialista Omar Suárez. Los dos acompañaron a Menéndez hasta la misma orilla del final del río más largo de Asturias.

La eucaristía comenzó con el final de las doce campanadas del mediodía. La iglesia estaba completa. El coro parroquial se encargó de poner voz a la misa cantada. Los trajes de pescador –pantalón de Mahón, camisa blanca, pañuelo de cuadros anudado al cuello– combinaba con vecinos endomingados. Menéndez, el cura, se encargó de leer un fragmento del episodio de "los últimos serán los primeros", los trabajadores de la vid que llegan a primera hora y cobran lo mismo que los que lo hacen a última. "Dios no entiende de Matemáticas: sus plazos no son los nuestros". Por eso lo de los últimos y los primeros.

Recordó en el altar mayor a los pescadores que faltan y lo volvió a hacer en la orilla del río junto a las autoridades del municipio. Y también las peregrinaciones a Tuy y Frómista, dos localidades que se unen a La Arena por la devoción por San Telmo. La localidad gallega y la asturiana se mueven codo con codo desde 2016. Frómista es importante porque de allí procedía Telmo. Después de eso fue cuando recordó a los feligreses lo de dar un paso adelante por la Comisión. Que se extingue.

Suscríbete para seguir leyendo