Avilés homenajea a las primeras mujeres que llenaron estadios

El periodista Carlos Beltrán detalló las biografías de notables deportistas a los alumnos de FP del Deporte: "Eran heroínas"

Por la izquierda, Irene Ribelles, Carlos Beltrán y Natasha Lee. | Ricardo Solís

Por la izquierda, Irene Ribelles, Carlos Beltrán y Natasha Lee. | Ricardo Solís / Noé Menéndez

Noé Menéndez

Noé Menéndez

"Hace 150 años, las chicas que practicaban deporte eran prácticamente heroínas". Así presentó Carlos Beltrán su libro "Prohibidas, pero no vencidas", donde este periodista recopila las historias de las pioneras del deporte femenino. Beltrán habló ayer al casi centenar de alumnos del centro de FP del Deporte de Avilés, reunidos en la Casa de Cultura. El madrileño estuvo acompañado de Natasha Lee, entrenadora del Telecable Hockey, y de Irene Ribelles, montañera. Junto a ellas hizo un repaso de los inicios en el deporte femenino, destacando que las mujeres "llenaban estadios y protagonizaban portadas".

"Todo arrancó en el 2000. De aquella creía que pilotaba mucho sobre el tema y me tocó escribir unas cosas sobre los Juegos de Sídney. Buscando cosas, llegué a los Juegos de Londres de 1948 y ahí pedí clips de dos atletas femeninas que habían conseguido ganar en esos Juegos, Fanny Blankers-Koen y Micheline Ostermeyer. Estas dos atletas estuvieron 12 años entrenando para volver a ser olímpicas, porque durante las guerras mundiales no se disputaron los Juegos. Cuando toda la prensa les decía que tenían que irse a casa, para cuidar a sus familias, ellas consiguieron hacerse con el oro olímpico", apuntó el periodista. Al conocer su historia empezó a darse cuenta de que había algo más detrás de las pioneras del deporte femenino y que podían generar la misma expectación, o más, que los chicos.

Beltrán habló también de Gertrude Ederle, la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha. "Tardó 14 horas y media en conseguirlo. Además, tuvo mala suerte, porque las corrientes le hicieron tener que recorrer más kilómetros de los esperados", comentó. Al llegar a Inglaterra apenas había dos mil personas esperando para recibirla, pero al volver a su Nueva York natal tenía a dos millones de personas pendientes de su regreso. "En esa época muchas mujeres estaban en la cresta de la ola", apuntó el escritor.

Otro ejemplo en el ámbito del deporte femenino, según detalló Carlos Beltrán, fue el "Dick, Kerr’s Ladies", uno de los primeros equipos de fútbol femenino. "Inglaterra se quedó sin hombres por culpa de la guerra mundial. Las mujeres tuvieron que dar un paso al frente e ir a trabajar a las fábricas y a otras funciones. Pero, además, quisieron jugar al fútbol", recordó el escritor. De una fábrica nació el "Dick, Kerr’s Ladies", conjunto que abarrotaba los estadios. De hecho, en un Wembley con 53.000 espectadores, las inglesas vencieron a un conjunto francés. Pero, tras regresar los hombres del conflicto bélico, la federación inglesa decidió prohibir el fútbol femenino, medida que estuvo en vigor hasta los años 60 del pasado siglo. "¿Qué hubiese pasado si pudiesen haber jugado al igual que los chicos?", se preguntó el autor de "Prohibidas, pero no vencidas". Algo parecido le pareció también a Tillie Anderson, ciclista estadounidense a la que impidieron seguir compitiendo cuando estaba haciendo tiempo mejores que muchos hombres.

"Violet Piercy fue una de las primeras mujeres que decidió correr un maratón. Consiguió la primera mejor marca mundial femenina en 1926. Ella era fondista, pero de golpe y porrazo no le permitieron hacer carreras de más de un kilómetro. Pasó del éxito a desaparecer", señaló Beltrán que, además, hizo que los alumnos se fijasen en un detalle: Piercy corría con zapatos de baile. Pero no era la única. En Estados Unidos, en 1884, las mujeres que querían hacer escalada tenían que hacerlo con faldas que les llegaban hasta los tobillos.

Una de las historias más llamativas fue la de Beryl Swain. La inglesa fue la primera mujer en competir en motociclismo y, aunque tenía capacidad para superar a la mayoría de hombres, en una de sus primeras carreras le hicieron firmar un documento en el que se comprometía a no ganar al campeón de Inglaterra, porque la organización quería vender su moto y si la adelantaba perdía valor.

"Lo que más me preocupa de estas historias es que muchas veces las faldas que ellas conseguían encoger volvían a alargarse", reconoció Irene Ribelles, que cree que puede ser muy fácil volver atrás, pero es algo que le da "miedo". "No hay que perder esa perspectiva, porque si nos despistamos acabaremos volviendo a la línea de salida", remarcó.

Por su parte Natasha Lee apuntó que "todavía hay una brecha muy grande" entre el deporte masculino y el femenino y que estas historias permiten a todo el mundo conocer a las que abrieron camino para que gente como ella pueda dedicarse a la alta competición. Esa brecha la vivió la gijonesa en sus propias carnes tras decidir colgar los patines. "Te cuestionan muchas veces la capacidad que puedas tener para entrenar. Hay que olvidarse y centrarse en hacer nuestro trabajo", sentenció.

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