Una vida fructífera

Rufino Arrojo

Intentar condensar en unas líneas más de 95 años de vida, casi 71 cómo sacerdote, resulta harto difícil. Es el caso al escribir, con motivo de su fallecimiento, de don Ángel Fernández Llano, casi una vida entera dedicada a Dios y al prójimo.

Había sido párroco de varios pueblos de Asturias y rector del Seminario de Oviedo. Yo lo conocí como párroco de Sabugo; desde donde, años más tarde, en octubre de 2013, pasó a ser el rector de San Antonio de Padua y consiliario de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, cofrade de honor y cofrade miembro de la misma.

Trabajador, optimista, humilde y sencillo, no dudaba en hacer de albañil o pintor si algún templo o capilla lo requirieron.

Amigo de los pobres, devoto de la Virgen María, le vamos a echar mucho de menos.

Siempre nos facilitó nuestras actividades con total colaboración.

Que Nuestro Padre Jesús de la Esperanza y su Madre la Virgen de la Soledad lo tengan ya a su lado.

Nos quedamos tristes por su marcha, pero seguro que velará por nosotros desde el cielo, donde esperamos volver a encontrarnos algún día.

Descanse en paz.

Suscríbete para seguir leyendo