Inteligencia: mejor artesana que artificial

La tendencia a la baja en el coeficiente intelectual de la población

Milio Mariño

Milio Mariño

Resulta agotador y aburrido escuchar a todas horas que la inteligencia artificial es la repera y cambiará nuestras vidas. Es tanta la insistencia que no hace sino confirmar que la mediocridad y la estupidez se han instalado en la sociedad copándolo todo. La sensación, dios me perdone, es que los tontos abundan. No lo comento, ni siquiera con los amigos, no vaya ser que piensen que me creo más listo que nadie y me incluyan, también, en la lista de idiotas. Pero la sensación sigue ahí. Salgo a la calle y no puedo evitar ir contando los tontos que encuentro. Luego sumo los de la tele, las redes sociales, los periódicos...

Al final, sumo más tontos que trigo. Y no crean que se trata de gente mayor con pocos estudios, los tontos a los que me refiero son personas formadas, de entre treinta y cincuenta años, que por alguna razón misteriosa no se enteran ni quieren saber nada de lo que afecta a sus vidas y, sin embargo, lo saben todo de su equipo de fútbol. Personas que carecen de opinión y sólo opinan en función de lo que ven en la tele y en las redes sociales.

Es como si hubieran llegado a la conclusión de que no necesitan pensar. Es más, cuando les dices que no comprendes como pueden vivir así, se ríen y se encogen de hombros. Les parece gracioso. Francamente, no le veo la gracia. Había leído que el concepto neoliberal de felicidad consiste en eso, en que cada uno vaya a su bola y pase olímpicamente de todo, pero sospechaba que debía haber algo más. Y sí que lo había. Hay países que llevan muchos años haciendo test de inteligencia a la población y saben muy bien cómo estamos. Estamos como no se imaginan.

Diferentes estudios, realizados por Bernt Bratsberg y Ole Rogeberg de la Universidad de Oslo, y otras Universidades de Europa, señalan que entre los años cincuenta y mediados de los setenta, del siglo pasado, el coeficiente intelectual medio aumentó 7,7 puntos, pero ahora, en el siglo XXI, la tendencia es, claramente, a la baja. Las nuevas generaciones, los nacidos a partir de 1976, tienen un coeficiente intelectual inferior. Lo cual no quiere decir que sean tontos, pero sí que hemos ido a peor. Cada generación, hasta hace unos años, siempre había superado el coeficiente intelectual de la generación anterior. Ahora no.

Perplejo por este dato, pensé que, a lo mejor es por eso que insisten tanto en la inteligencia artificial. Pero, a saber si para la inteligencia no rige, también, la ley Lavoisier. Es decir que, lo mismo que la materia, la inteligencia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. De modo que la inteligencia que ahora ponen en las máquinas igual se la están quitando a las nuevas generaciones.

No lo descarten. Los científicos no acaban de ponerse de acuerdo sobre las causas que han provocado el retroceso de la inteligencia humana. Algunos lo achacan a la tecnología, otros al sistema educativo y los menos a que ya habíamos llegado a unas cotas de inteligencia que eran difíciles de mejorar.

Al final, no sé yo si no conseguirán entontecernos a todos. Ese camino llevan pero, por mucha inteligencia artificial que les pongan, las máquinas siempre serán más tontas que nosotros. Siempre será mejor la inteligencia artesana que la artificial que quieren vendernos.

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