Cambiar pa escuchar, para escucharnos

El arte de la política y de tejer relaciones con la ciudadanía

Rosa Rubio Domínguez

Rosa Rubio Domínguez

La política se ha convertido en el arte de no escuchar. Y en la capacidad de verborrea falta de contenido –las más de las veces– que hace muy difícil la atención. Unos y otros partidos pugnan por su verdad, sin admitir ni de lejos posturas diferentes, discordantes a las mantenidas por el gobierno de turno. Y en Castrillón tenemos buenos ejemplos de esta sordera política. Durante dos mandatos la alcaldesa Yasmina Triguero, hizo oídos sordos a todos cuantos no fueran sus afines o palmeros. Durante diez años no escuchó que había goteras en la caja escénica del Valey Centro Cultural. Y se marcha sin solucionar el problema.

Hay cientos de ejemplos en los que la sordera ha desembocado en inacción cuando no en un perjuicio para la mayoría de los ciudadanos del municipio. En la calle se escuchan miles de ejemplos: licencias que no llegan nunca, gestiones que no se atienden, múltiples problemas sin resolver. A nivel general, el caso más sonoro de estos últimos meses del mandato ha sido el empeño por disolver los patronatos, cuando la mayoría de los partidos se oponían a ello al ser un momento inapropiado y por la falta de reflexión e inseguridad jurídica en un tema de gran calado. La alcaldesa, aislada en su sordera, llevó el asunto al Pleno, con el resultado de 15 votos en contra de la disolución (PP, PSOE, Ciudadanos y VOX) y seis a favor (IU y Podemos). Aquel Pleno del 28 de febrero de 2023 pasará a la historia como el pleno de este empecinamiento y en el que hasta el portavoz del grupo municipal de IU, Laureano Rivas, se volvió sordo a sus propias palabras dirigiéndose al delegado de personal del Patronato de Cultura, de CC OO, con insinuaciones de que defendía posiciones personales. El pleno se puede ver en YouTube. En él se constata lo argumentado en estas líneas, pero también el trato dispensado a los trabajadores durante años, la prepotencia y el desprecio, la falta de respeto como personas y al papel crucial que desempeñan en el funcionamiento del ayuntamiento. Esa incapacidad de la Alcaldesa para estar a la altura de la institución que preside.

Y también el grupo municipal socialista, socio de gobierno en el tripartito, ha demostrado una sordera preocupante hasta con sus propios compañeros, con cuatro concejales ausentes durante casi todo el mandato, abandonando la responsabilidad de sus respectivas concejalías, pero asistiendo a comisiones y plenos. Ninguno de estos cuatro repite en la nueva lista del PSOE, pero han dejado un silencio que grita su sordera política. Cierto que su postura se encontraba lejos de la sordera maléfica de la alcaldesa, pero se han convertido en cómplices de la misma.

Hay que pensar en otra forma de hacer política. Volver a comunicarnos, a escucharnos, a los vecinos, a los trabajadores, a la oposición. Hablar sin miedo, "hablar es interrumpir –según Marina Garcés– el ruido y encontrar aquella palabra que realmente necesitamos decirnos, aquel sentido que ilumina de otra forma lo que estamos viviendo". Hay que pensar que otro Ayuntamiento es posible, en el que todos tengamos voz y cabida, en el que no se sitúe a ningún ciudadano ni trabajador en uno u otro lado de la línea, de forma perversa, según afinidades o críticas, que recuerdan otros tiempos, épocas de gulags. Hay que tejer relaciones, situarse en la mirada del otro, porque escuchar no es poner el oído sino todos los sentidos y entablar un diálogo que nos permita recuperar la confianza. Esa es la verdadera política, esa es la democracia.

Es preciso el cambio, son muchos años de este gobierno carente de modales democráticos, fatigado y extenuado de luchar contra tanto enemigo que ellos mismos han creado. Se puede pensar –como tantos desencantados que expresan su rabia con la abstención– que no hay salida, que todos somos iguales, que el trato despreciativo es lo normal, como si la sociedad entera sufriera una suerte de síndrome de Estocolmo, en el que las víctimas llegan a identificarse con los secuestradores. Pero no es así, hay otros estilos y otras formas de gobernar. Por eso este gobierno tiene que irse a la oposición. Ya nos merecemos que en Castrillón cambien las políticas, para escuchar, para escucharnos. Tenemos mucho de qué hablar.

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