Derecho y demografía

Estos días se ha publicado que en 2023 en Asturias nacieron 4.587 personas, la cifra más baja desde 1990.

En España, desde la década de 1970 la cifra anual de nacimientos disminuyó rápidamente y a finales de los años 80 se registraron valores inferiores a los de 1939, que con 420.000 nacimientos había sido el mínimo de los 125 años anteriores. En 2023 nacieron 322.075 personas, el mínimo desde que comienzan los registros del Instituto Nacional de Estadística, en 1941.

La media de hijos de las mujeres nacidas entre 1871-1875 era de 4,6 hijos, en las nacidas entre 1921-1925 pasaron a 2,5 hijos; posteriormente fue variando y actualmente la media supone 1,12 hijos por mujer.

Sin embargo, la mortalidad infantil antes era muy frecuente y en los años veinte del siglo XX uno de cada cinco niños fallecía antes de cumplir su primer año de vida y la mitad no llegaba a los 15 años. Este dato ha cambiado radicalmente, la mortalidad infantil es muy reducida y la esperanza de vida ha aumentado enormemente, por lo que ha de tenerse en cuenta esta circunstancia. Nacen menos hijos pero logran vivir muchos años.

Los avances en cirugía cardiovascular, los medicamentos, en especial la penicilina, los métodos anticonceptivos, la interrupción voluntaria del embarazo, todos son elementos que influyen en el número de nacimientos y en la esperanza de vida, que en el caso de las mujeres en España solo se ve superada por las mujeres japonesas.

Lejos han quedado las teorías neomalthusianas (salvo su asociación con el ecologismo) y tendemos a pensar que el crecimiento de la natalidad es positivo en todo caso.

Sin embargo, el desarrollo de la inteligencia artificial, la sustitución de las personas por máquinas en su puesto de trabajo ha de llevarnos a preguntarnos si realmente hace falta mano de obra, población activa. ¿El informe sobre los límites del crecimiento desarrollado por Donella Meadows en 1972 tiene razón de ser en la actualidad?

Son cuestiones que han de estar, por su importancia, en el debate público.

El Derecho influye, por tanto, en la demografía. Los asuntos regulados por la ley influyen en el día a día de las personas, su estado de salud, su esperanza de vida. Cuestiones como la prohibición de fumar en el interior de locales, las medidas que evitan los accidentes de tráfico, la prohibición de beber alcohol hasta edades determinadas, etcétera todo ello influye en nuestra salud, en nuestro bienestar y, en definitiva, en nuestra vida.

Como abogada de familia las cuestiones demográficas, las nuevas realidades familiares, la democratización de la filiación, el hecho de que las mujeres tengan hijos a edades más avanzadas (actualmente nacen más niños de mujeres mayores de 40 que de menores de 25), recurriendo en muchos casos a técnicas de reproducción asistida porque no tienen o no quieren tener pareja tienen importancia e interés y surgen nuevos problemas a los que la ley y la jurisprudencia han de dar solución.

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