Opinión

Demografía y culpa

A raíz de las estadísticas demográficas en las que se indica que en 2023 en nuestro país la media de hijos por mujer es de 1,12 y que son más los hijos nacidos de mujeres mayores de cuarenta años que de veinticinco, se habla de «suicidio demográfico» o «invierno demográfico» y cómo no, desde algunos frentes se echa la culpa de la situación a las mujeres, a su incorporación al mercado laboral, a su interés en desarrollar una vida profesional que provoca que dejen de lado la maternidad hasta que, tal vez, es demasiado tarde para tener hijos.

Las mujeres siempre hemos tenido un papel de cuidadoras, se espera que seamos la figura principal en las familias que, primero se hacen cargo de los hijos y luego se hacen cargo de los mayores y, si esto no es así, se nos tacha de egoístas.

El egoísmo, como dice Marcela Lagarde, produce mucho temor porque es una prohibición tácita de género para las mujeres. Está en lo opuesto de ser altruistas, dadoras, cuidadoras y a la mayor parte de las mujeres se nos ha educado toda la vida en la prohibición de ser egoístas y con una valoración negativa del egoísmo en las mujeres, por lo que nos produce un gran malestar la idea de estar siendo egoístas.

¿Cuál es el mecanismo para frenar este egoísmo? La culpa. No hay losa mayor que la culpa. A través de la culpa y de lo incómodo que nos resulta pensar que estamos siendo egoístas, tendemos a frenarnos, a volcarnos en los demás en lugar de centrarnos en nosotras y a dejar de lado nuestras aspiraciones esperando que, algún día, esa renuncia se vea recompensada con agradecimiento. De ahí la sorpresa cuando nos encontramos muchas veces con que no solo no se nos valora, sino que incluso se nos echa en cara que no hayamos sido independientes o no hayamos desarrollado una vida profesional.

Como abogada de familia me sigo encontrando muchas veces con estas situaciones: mujeres que han dejado de lado su desarrollo profesional para centrarse en su familia y que luego, en caso de divorcio, no tienen independencia económica, no tienen posibilidad de acceder en el futuro a una pensión de jubilación y no se les valora en absoluto el sacrificio que han hecho en favor de la familia, por lo que se encuentran vacías. Y esto, a las mujeres, les sigue sorprendiendo.

Por eso, en ese proceso de construcción por el que tenemos que pasar las mujeres, en ese trabajo de nuestra propia autonomía, tenemos que interiorizar que no debemos dejar que la vida nos vaya llevando, hemos de ser conscientes de qué queremos y cómo lo queremos y tomar las decisiones que nos lleven a alcanzar lo que previamente hemos elaborado en nuestra mente, sea lo que sea en cada caso.

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