Puede que este año no repiquen las campanas en Cornellana con el campanu, o puede que repiquen menos que en los últimos años. Desde el Oriente se han apresurado a tomar el relevo en la carrera antes de que se diese la salida, y en ello están. Sigue sin gustarme la idea de vender el primer salmón de la temporada, ni tampoco el segundo ni el último, pero llegados a estas fechas parece que ya se está echando algo de menos por Cornellana. Anda el río salmonero medio enturbiado, pero silencioso y sigiloso, ya que, desde la publicación de la normativa del año 2012, nada o poco se publicó al respecto, al margen, claro está, de la intención de vender peces en bares, algo que suena más a humorada de Camilo José Cela. Después del campanazo y la tragicomedia del año pasado, pendiente de resolución judicial, esperemos que este año las cosas sean legítimas y el campanu tenga badajo, y no sordina.