Las calabazas de la maliayesa Dolores Álvarez Costales son de premio. Confiesa que siempre le ha "gustado mucho" cultivarlas y en su huerta de Candanal crecen hasta una veintena de variedades diferentes. El domingo recogerá el galardón por haber ganado, en la categoría de la pieza más original, el concurso que organiza el Jardín Botánico de Gijón con motivo de la festividad de Todos los Santos. La de Álvarez es decorativa y tiene forma de cisne. También concurrió con otra calabaza "con diez dedos". Asegura sentirse "muy contenta" con el éxito.

Es la segunda vez que Dolores Álvarez concursa. En esta oportunidad también participó en la modalidad de la más pesada con un ejemplar de 30 kilos y apunta que hace tiempo llegó a recolectar una de 60. Para consumirla, lo más recomendable es en trozos, que también se pueden congelar. Para el apartado de la mejor decorada, Álvarez presentó una composición que simulaba ser una pareja de novios.

Esta maliayesa explica que en su huerta planta ejemplares decorativos a los que se les puede dar diversos usos como adornos o, incluso, se utilizan en artesanía. Pero las más demandadas son las que se emplean en la cocina para hacer sopa, crema o postres. Aunque sus propiedades culinarias son, a veces, demasiados desconocidas y no están lo suficientemente aprovechadas. Esta maliayesa explica que quienes más utilizan las calabazas para cocinar son personas mayores, que las usan habitualmente para los purés. Es un alimento sano, rico en caroteno como la zanahoria, y es económico, pues el kilo ronda el euro. "Ahora se está enraizando su uso, en parte por "Halloween"", dice.

Dolores Álvarez también destaca que es difícil su cultivo, aunque "lo importante es el tiempo", indica. Añade que la lluvia no es muy adecuada porque al estar en contacto con la tierra, si ésta está excesivamente mojada, pueden pudrirse. Se plantan en abril o mayo y se recogen entre octubre y noviembre.

A pesar de la crisis, es un producto muy demandado por estas fechas, en vísperas de los Difuntos, en las que es típico iluminarlas con velas tras vaciarlas y tallarlas.