Mieres / Langreo, P. C.

El consumo de carbón en España apenas variará en la próxima década a pesar de los planes de cierre para la minería no rentable en 2018 que fija la Unión Europea. Las primeras estimaciones realizadas por la Secretaría de Estado de Energía en la «Planificación de los Sectores de Electricidad y Gas 2012-2020» señalan que el consumo de carbón como fuente primaria se reducirá un 0,3 por ciento anual en el periodo 2009-2020 al pasar de 10.353 kilotoneladas equivalentes de petróleo (ktep) a 10.046 y que el consumo de carbón como energía final incluso registrará un incremento del 3,6 por ciento anual en el periodo 2009-2020 al pasar de 1.453 a 2.134 ktep. Si las minas de carbón nacional cierran se supone que ese mineral será suministrado desde países extranjeros, por lo que aumentará de forma notable la importación.

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio está tramitando la «Planificación de los Sectores de Electricidad y Gas 2012-2020» en la que incluye por un lado una planificación obligatoria y vinculante que tiene como objetivo el desarrollo de los sistemas gasista y eléctrico y por otro lado una planificación indicativa que tiene la finalidad de ilustrar sobre la evolución futura prevista de los distintos vectores que inciden en el sector económico energético. En esa última planificación, que aún puede ser revisada, se incluyen los datos de consumo de carbón.

Según el informe preliminar elaborado por el Ministerio de Industria, el consumo de energía final en España (la que se usa en los puntos de consumo) en el periodo 2009-2020 sufrirá una leve caída hasta 2013 «debido al efecto de la crisis actual, aumentando a partir de ese año y hasta 2020 una media anual del 0,2 por ciento, alcanzado las 98.777 kilotoneladas equivalentes de petróleo (Ktep)». El carbón, por el contrario, sufrirá un aumento anual del 10,6 por ciento en el primer periodo (hasta 2013) y a partir de esa fecha registrará un descenso anual del consumo del 0,3 por ciento y cerrará 2020 con 2.134 Ktep. Para todo el periodo 2009-2020 el incremento sería de 3,6 por ciento anual, solo por debajo del registrado en las energías renovables que sería del 4,9 por ciento.

No obstante, desde la Secretaría de Estado de Energía se precisa que «si bien la tabla de consumos de energía final muestra valores de crecimiento medio anual elevados para el carbón en el periodo 2009-2020, debe explicarse que éstos son el resultado de la caída de su consumo en 2009 como consecuencia de la crisis, con importantes efectos sobre el sector industrial, su principal consumidor (siderurgia, cemento?). Así, debe decirse que los valores de consumo final de carbón a partir de 2013 (postcrisis) se sitúan en torno a los 2,1 Mtep., es decir, ligeramente inferiores a los registrados en 2008 (aproximadamente 2,3 Mtep.)».

En cuanto al consumo de energía primaria en España (para su transformación) el estudio preliminar prevé un incremento global del 0,5 por ciento anual en el periodo 2009-2020, hasta alcanzar los 137.739 Ktep. En el caso del carbón se registrará un descenso del 0,3 por ciento anual a pesar de que en el primer periodo (2009-2013), coincidiendo con la aplicación del decreto de ayudas para la quema del carbón, se registrará un incremento del 0,7 por ciento.

Por lo tanto, el consumo de carbón no sufrirá un caída notable durante la próxima década y ello a pesar de la apuesta por las energías renovables en la generación eléctrica. El informe de la secretaría de Estado de Energía precisa que «la estructura de generación eléctrica registrará un cambio importante en el periodo de previsión, continuando el proceso de cambio, ya iniciado en los últimos años, del tradicional peso dominante del carbón y la energía nuclear al predominio del gas natural y las energías renovables, que entre las dos supondrán en 2020 casi el 75 por ciento del total de generación». Frente a los 36.894 GWh de 2009, para 2013 se prevén 33.650 y para 2020 un total de 31.579 GWh, lo que supone un descenso total del 14 por ciento. Vinculada esa caída se reducirán en un 9 por ciento las emisiones de dióxido de carbono (CO2), en un 35,5 por ciento las de dióxido de azufre (SO2) y en un 48,6 por ciento las de óxido de nitrógeno (NOx) al procederse al cierre de la centrales más contaminantes en cumplimiento con las directivas europeas para grandes instalaciones de combustión.