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De lo nuestro | Historias heterodoxas

Anécdotas del cuplé

El "Mieres del Camino" de Martínez Abades, una de las canciones más populares a principios del siglo XX, y el accidente de la artista Carmen Caby en un café de la villa

Anécdotas del cuplé

El cuplé fue en otra época el género musical más popular, querido y cantado por el pueblo llano que llenaba los teatros celebrando la picardía y la libertad de sus letras para desesperación de pacatos y conservadores. Sobre todo en la primera década del siglo XX, cuando estaba dirigido al público masculino, su tono era tan subido que los críticos lo asimilaban a la literatura pornográfica que circulaba por las librerías de viejo poniéndole el mismo adjetivo: "sicalíptico", preciosa y evocadora palabra, por cierto.

Además, sus intérpretes eran siempre mujeres hermosas (o también, en otros ambientes más secretos, hombres travestidos), que enseñaban sobre el escenario brazos desnudos, hombros descubiertos e incluso muslos broncíneos, que entonces eran imposibles de ver en ninguna otra parte, playas incluidas, lo que aseguraba el éxito del espectáculo.

Luego llegó "La Goya", una cantante que supo abrir los horizontes del género y convertir el pecado en gracia moderando su chispa picante, de forma que aunque para los melómanos el "género ínfimo" siguió siendo deleznable, las familias del común lo acogieron como algo suyo y no hubo cocina en la que no se cantasen los estribillos más populares.

Cuentan que la reina del cuplé fue Raquel Meller, quien en los años de la II República, antes de que el franquismo impusiese su censura descafeinando los musicales, llegó a ser la artista mejor pagada del mundo. A lo mejor no es del todo cierto, ya que sus biógrafos han escrito toda clase de desmesuras sobre ella, pero sí lo es que recorrió los mejores escenarios y fue solicitada por los empresarios teatrales de Europa y Las Américas.

En Madrid, el mundillo que rodeaba al género se daba cita en el Gran Kursaal, un local de variedades de la plaza del Carmen, donde se hablaba, se bebía, se cantaba y se estiraban las noches, como hoy se sigue haciendo en cualquier ciudad los fines de semana, pero con la diferencia de que a la mañana siguiente había menos resaca y se recordaba lo que se había disfrutado horas antes.

Por el Gran Kursaal pasaron escritores, pintores, toreros, compositores y, por supuesto, cupletistas: Raquel Meller, "La Fornarina", Pastora Imperio, "La Argentinita" y hasta la mismísima Mata-Hari. También Carmen Caby, una cantante de menos fama, que se llevó un recuerdo imborrable de su actuación en Mieres y -como verán más abajo- no fue por lo bien que lo hizo.

Porque, cuando la Caby trajo aquí su compañía, el nombre de este pueblo ya había recorrido mil teatros gracias a un cuplé que había estrenado "La Argentinita" en 1914 y que también llevaba la Meller en su repertorio. Pero vamos por partes.

La pieza a la que me refiero es una composición del gijonés Juan Martínez Abades, conocido tanto por su habilidad con los pinceles como con las partituras. Fue un pintor destacado en el tema de las marinas, recreando a menudo el muelle de su villa natal que llevó en varios cuadros a exposiciones de toda Europa; también un viajero incansable y acabó residiendo en Madrid, donde trató a los intelectuales de su tiempo y se hizo famoso en toda España gracias a las ilustraciones que publicó en la popular revista "Blanco y Negro".

Pero aquí nos interesa más su relación con la música, ya que firmó muchas composiciones basadas en la tradición asturiana, que él transformaba para convertirlas en cuplés folklóricos. Escribió para "La Argentinita" "La panderetera" y "Mieres del Camino", todo un éxito que otra de las artistas del momento, Emilia Benito "La Satisfecha", incorporó a su espectáculo; luego, otras cantantes como Eva de Lis y -como ya he adelantado- Raquel Meller lo llamaron para añadir a su repertorio más piezas suyas de ambiente regional ("Ribadesella", "Cabraliega", "La Paxarina", "Duerme, neñina").

Y de ahí a otras composiciones que pasaron a integrar el repertorio indispensable de cualquier cupletista durante décadas: "Amor de muñecos", "Flor de té", "Mimosa", "¡Ladrón!"...

Esto se podía leer en "ABC" el 11 de abril de 1917: "Muchos de nuestros lectores no conocerán al señor Abades más que por sus excelentes condiciones de pintor. Sin embargo está más divulgado como músico. Más divulgado porque no en todas las casas hay un cuadro suyo; pero en ninguna casa deja de haber una criada que cante el ¡Ladrón! ¡Ladrón?!. Ni una vecina que se anegue en la lánguida tristeza del caminito de Mieres".

"Mieres del Camino", apareció en la publicación mensual de música editada por la Biblioteca Fortea con una preposición añadida figurando como "En Mieres del Camino", canción asturiana, letra y música de J. Martínez Abades. Seguro que la conocen:

I

En Mieres del Camino / nació mi madre; / de Mieres del Camino / era mi padre.

En Mieres del Camino / jardín de flores / donde tengo yo el nido de mis amores.

Dicen que está llorando / la molinera / porque los sus amores / van a la guerra.

yo también, madre mía / suspiro y lloró; / que mañana se llevan / el bien que adoro.

II

El alcalde de Mieres / ha dado orden / a los municipales / que me aprisionen.

Que han ido muchas madres / y han denunciado / que a sus hijos el alma / les he robado.

Dicen que está llorando?

III

Por Dios no me abandones / prenda querida, / que si tú me abandonas / pierdo la vida.

Porque es contigo Mieres / jardín de flores; / sin ti será la tumba / de mis amores.

Dicen que esta llorando?

IV

Como tengo dos vaques / y una tierrina / tras de min anda llocu / Pepón de Lina

y xura que conmigo / ha de casase; / el degorrio del hombre / ye bobu o faise.

Dicen que esta llorando?

Ya ven que no es un texto pícaro, pero tiene su gracia y enseguida se hizo muy conocido en los barrios madrileños, donde se repetía olvidando la última parte, que al estar escrita en asturiano era de difícil comprensión fuera de esta tierra.

Y ahora, como les he prometido, vamos con Carmen Caby, porque su peripecia fue tan curiosa que hasta el "Heraldo de Madrid" la publicó. Fue el viernes 27 de diciembre de 1929 y así se contó el caso en una crónica enviada desde Mieres:

"La cancionista Carmen Caby debutó ayer en un café muy popular. Cuando actuaba, en la sesión de noche, al dar un gran salto, se hundió una tabla del escenario y la artista metió la pierna izquierda por el hueco hasta la rodilla. El accidente fue tan rápido que el público creyó que era una nueva modalidad de su baile y empezó a aplaudir; pero pasados unos momentos, la bailarina pidió auxilio y varios espectadores que se dieron cuenta de lo que pasaba, subieron al escenario. Para poder sacarle la pierna tuvieron que arrancar otra tabla.

Se produjo gran expectación y el público se arremolinó cerca del escenario. Varios espectadores llevaron a Carmen Caby a que le prestaran asistencia. Tenía grandes rasguños en la pierna producidos por las astillas de la madera. En los primeros momentos se creyó que se había fracturado la pierna, dado el peso que tiene la cancionista, 86 kilos.

Es el comentario del pueblo la mala suerte que parece tener dicha artista, pues el año pasado, también aquí, cogió una pulmonía y tuvo que guardar cama más de dos meses. El vecindario dio una función en su beneficio porque goza de muchas simpatías".

¿Qué les parece? De haber sucedido hoy, seguramente veríamos repetirse el accidente en esos programas para idiotas que ofrece la televisión, donde podemos gozar viendo como un niño regordete se abre la cabeza con un columpio o un abuelo borracho se rompe la cadera bailando en una boda. Afortunadamente, aquella era otra época y los espectadores que aún no conocían los teléfonos móviles para poder grabar el accidente, socorrieron a la obesa tonadillera e incluso financiaron su recuperación con un acto a escote.

En cuanto al lugar del suceso, existían en Mieres varios cafés donde se ofrecían este tipo de espectáculos, pero el más popular era el café Carolina, en el que cantaron cupletistas y artistas flamencas de primer orden, que gustaban de compaginar estos escenarios más cercanos con las actuaciones en los teatros. También pasaron por allí otras chicas menos famosas, seguramente con peor voz y mejor ver, que completaban su caché cerrando su actuación con una rifa en la que ellas mismas eran el premio?pero hoy no nos toca hablar de esto.

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