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La descontaminación de la antigua mina de La Soterraña, en Lena, comenzará a principios de año

Los responsables del proyecto europeo ya están listos para iniciar la fijación del mercurio a los suelos, utilizando 20.000 toneladas de escoria

Inmuebles de la antigua mina de La Soterraña.

La mina de La Soterraña, la antigua explotación de mercurio en el valle de Muñón (Lena), ya está lista para ser el escenario de una descontaminación pionera en Europa. Los trabajos de campo en la zona, que guarda importantes niveles de mercurio y arsénico en el subsuelo, ya están lo suficientemente avanzados para el siguiente paso del proyecto Subproducts4LIFE: la fijación de esos contaminantes a través de 20.000 toneladas de escoria y ceniza. “Esperamos que esté en marcha durante el primer trimestre del año”, explicó Estefanía Díaz, responsable de la empresa Tecmim (encargada de la ejecución de las obras). Si el plan funciona, como ya indican las pruebas del laboratorio, se replicará en explotaciones contaminadas de otros países europeos.

Es una actuación, sin duda, esperada. La mina de La Soterraña lleva ya más de cuatro décadas sin actividad. En sus entrañas, cientos de trabajadores enfermaron por el contacto directo con los contaminantes. “Algunos salían vomitando y enfermaban para siempre”, afirman extrabajadores de la explotación. El tiempo pasaba lento en sus entrañas, pero a finales de los años sesenta empezó la decadencia de mina La Soterraña. Según algunos testimonios, “el precio del mercurio cayó en picado, por el descenso de la demanda de este material. Un frasco, que había llegado a costar 30.000 pesetas, se quedó en 4.000 pesetas. Aquello no era rentable”. Comenzaron los despidos y, a principios de los setenta, la plantilla empezó a sentir la tensión: “Estábamos nerviosos, pero no llegamos a hacer una huelga ni nada. Por aquel entonces había más trabajo”. El candado luce en la puerta de entrada desde 1974. Y ya desde esa fecha, la de su cierre definitivo, los vecinos del valle de Muñón habían reclamado en múltiples ocasiones su descontaminación.

Y la fe en conseguirlo empezaba a tambalearse. Hubo varios proyectos sobre la mesa, pero ninguno salió adelante. Al fin, en 2017, se presentó el programa Subproducts4LIFE. Está financiado por la Unión Europea y será un trabajo en equipo. Cuenta con la colaboración de empresas, como la ya citada Tecmim, y está encabezado por la Universidad de Oviedo. También colaboran el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Lena. Es un plan ambicioso.

Materiales

Entre las antiguas instalaciones de la mina y el entorno se repartirán 20.000 toneladas de subproductos para “fijar” los contaminantes al suelo. Así, evitarán su expansión y lo más importante su paso a las aguas de escorrentía. Los subproductos llegarán desde térmicas, cementeras y hornos de acerías de la región.

El recinto de la mina de La Soterraña.

El plan va en tiempo, según los plazos marcados por Europa, aunque ha tenido que adaptarse a los tiempos dictados por la crisis sanitaria del coronavirus. “Este año no se ha avanzado tanto como debería, pero por razones bien justificadas”, destacó Estefanía Díaz. A pesar de ello, el trabajo ha sido duro: se ha limpiado el entorno para preparar las antiguas instalaciones y se ha acondicionado el subsuelo para la llegada de las escorias.

La mayor parte de los trabajos están previstos para la mina de La Soterraña, aunque algunas pruebas se llevarán a cabo en la antigua explotación de La Terronal. Ubicada en Mieres, esta antigua mina también guarda importantes niveles de mercurio en su interior: “El objetivo sería poder replicar este proyecto en más ocasiones, ya que está previsto que sea un éxito”. Y no solo en Mieres. También valoran llevar este método de descontaminación a otros países de Europa, como Alemania, Polonia o la República Checa, que cuentan con explotaciones de idéntica problemática.

Los responsables del proyecto europeo esperan ahora el acuerdo con las acerías y cementeras que surtirán las escorias para comenzar con la siguiente fase, muy posiblemente a partir de enero. Los vecinos, en los últimos meses, no se han pronunciado sobre la actuación. En un principio se mostraron reticentes, al considerar que podría generar un grave impacto visual y ambiental en el valle. Ahora solo piden que el proyecto avance “con total transparencia”.

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