Juan Luis, el pequeño Ibáñez de Blimea: "Me vienen ideas y las dibujo"

El niño, de diez años de edad, ha desarrollado una forma de dibujar inspirada en los tebeos de Mortadelo y Filemón

Juan Luis Muñoz con uno de sus dibujos en la delegación de LA NUEVA ESPAÑA en Sama. | D.O.

Juan Luis Muñoz con uno de sus dibujos en la delegación de LA NUEVA ESPAÑA en Sama. | D.O. / David Orihuela

David Orihuela

David Orihuela

A Juan Luis Muñoz siempre le gustó dibujar «pero no me gustaba como lo hacía», así que a los cuatro años decidió tomárselo un poco más en serio. «Empecé a leer tebeos de Mortadelo y Filemón y a fijarme en los personajes». El maestro Ibáñez se convirtió en inspiración, casi en obsesión. Juan Luis dibujaba «todo el día», durante horas y horas, recuerda. Su madre, Alba Riego, da fe de ello, guarda miles y miles de dibujos clasificados en carpetas en el trastero.

Dibujo con el que ganó un concurso de carteles en Laviana. | D. O.

Dibujo con el que ganó un concurso de carteles en Laviana. | D. O. / David Orihuela

Ahora Juan Luis tiene diez años y estudia quinto de primaria, es de Blimea, igual que Alfonso Zapico, premio nacional de Ilustración y dibujante de LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas. El crío nunca ha estudiado dibujo. El proceso empezó copiando a Ibáñez y con la mano y acostumbrada a las líneas que le gustaban, empezar a crear sus propios personajes. «También me gustan mucho ‘Zipi y Zape’», dice en referencia a la obra de José Escobar. El chico tiene diez años pero le gustan los clásicos del historietismo español, reconoce que el manga «no me da más». Eso sí, en su obra hay algunos trazos inspirados en los dibujos animados de Doraemon, ese gato cósmico japonés dibujado por Hiroshi Fujimoto.

Dibujo para la campaña a delegado de clase de un compañero. | D. O.

Dibujo para la campaña a delegado de clase de un compañero. | D. O. / David Orihuela

Juan Luis dibuja a diario, casi siempre en folios. Ha probado hacerlo con el ordenador, «y es más fácil» pero no acaba de acostumbrarse. Su madre tiene que comprar los paquetes de folios de 500 en 500 y a veces le restringe el papel porque sino el chico no pararía «y también tiene que estudiar», recalca Alba Riego.

En realidad el chaval se las ingenia y encuentra otros soportes. «¿Mamá, como se llama esa revista que compras y que siempre te lleno de dibujos?», pregunta Juan Luis. «Le vale cualquier cosa, una revista, un trozo de madera y hasta las piedras», apunta la abuela,

Con el paso de los años Juan Luis ha logrado crear un estilo propio, muy vinculado, eso sí, al trazo de Ibáñez. Ya no copia personajes sino que se los inventa. «No me gusta dibujar cosas de la realidad, veo cosas, leo tebeos o me quedo con imágenes de los dibujos de Doraemon y me vienen ideas, entonces las dibujo», explica.

Trabajo

Su trabajo le ha valido un premio en el concurso de carteles organizado por el rally de coches clásicos Villa de Laviana. También el reconocimiento de sus compañeros. Uno de ellos se presentaba a las votaciones para ser delegado de clase. «Le hice los carteles y las papeletas y ganó», cuenta el Juan Luis. Aquella campaña electoral tuvo tanto éxito «que nos acabaron copiando».

Otro amigo, al que le gustan mucho los dibujos de Juan Luis, le propuso hacer un cómic. «A mi me gusta dibujar, pero no escribir, no necesito leer para entretenerme, así que él hacía los textos de los bocadillos y yo los dibujos». Como dicta la edad, se cansaron pronto y la cosa no fue más allá de página y media.

Juan Luis sabe que quiere vivir del dibujo pero aún le queda mucho por delante. Su madre insiste en que tiene que estudiar para luego poder hacer algo relacionado con su pasión. «Sí, mamá, y luego ya miraré por internet qué tengo que hacer para seguir dibujando».

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