David Martínez, «Rayden» | Músico y escritor, actúa en San Xuan en Mieres

"Esta es mi gira de despedida, no habrá más; todo lo que tenía que decir está dicho"

"La poesía y la canción son mellizas, pero en la novela ese momento de lucidez que tienes con el estribillo hay que mantenerlo en cada página"

Rayden, en un concierto en Gijón.

Rayden, en un concierto en Gijón. / JULIAN RUS

David Orihuela

David Martínez Álvarez es Rayden, el tipo que ha unido el rap con el pop, el rock y el "indie". El hombre que escribía canciones, que escribió poesía y que ahora escribe novelas. El tipo que casi representa a España en Eurovisión y que justo en el que parece el momento más dulce de su carrera musical anuncia que lo deja, que se baja de los escenarios y que su vocación es la literatura. Está a caballo entre los escenarios y las ferias del libro firmando su última obra, "El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo". Rayden cambia el micro por el bolígrafo pero quiere agradecer todo lo que le ha dado la música. Ha emprendido su última gira, "Quiero que nos volvamos a ver (por última vez)" y Asturias tenía que estar en el calendario de ese fin de fiesta. Rayden estará en Mieres el próximo sábado, cantará en el Pozo Barredo a las 23.00 horas (entrada gratuita) dentro de la programación de las fiestas de San Xuan.

–Es un poco agridulce saber que será su última gira. Se le ve feliz pero deja un poco huérfanos a quienes disfrutan de su música. Confieso que me da pena, ¿a usted no?

–Dejar la música da pena, pero lleva implícito el valor que se le da a algo que ha sido y que ahora mismo está siendo. Cuando acabé el último disco, "La victoria imposible", me di cuenta de que era lo mejor que había hecho, que no podía rizar más el rizo. No quería hacer colaboraciones pensando en conseguir seguidores ni esas cosas raras. Se perdería la honestidad que he soltado en mi discurso durante siete discos. No voy a superar ese disco, es un hecho no es una paja mental. En año y medio cierro el chiringuito.

–Se despide también de Asturias.

–Para mí era muy importante estar en Asturias con esta gira de despedida, porque Asturias tiene mucho que ver con mi discurso. Mucha gente me preguntaba si iba a estar ahí y yo quería agradecer el cariño que siempre he recibido allí, ya fuese en conciertos en salas o sentado sin micrófono con una guitarra en las escaleras de la Universidad.

–Quiere acabar la gira con un concierto gratuito en su ciudad, Alcalá de Henares. El de Mieres también será gratuito.

–Ese era el plan, pero ahora ha cambiado el gobierno, gobernarán PP y Vox, y ya no lo tengo tan claro. De todos modos, lo de los conciertos gratuitos está muy bien si un ayuntamiento, como es el caso de Mieres, apuesta por ofrecer el acceso a la cultura a todo el mundo, a personas que igual no pueden pagarse una entrada, pero que sea gratuito no quiere decir que sea gratis, el trabajo debe pagarse.

–Usted ha evolucionado del rap de las batallas de gallos hacia el pop y el "indie".

–Me he valido del pop, del "indie" y mucho del rock argentino, para crear un precedente de algo que nunca antes se había hecho en España. Ahora me gusta dejar un hilo abierto para otros, que un estilo tan treintañero como el rap se puede mantener. He hecho más de 90 colaboraciones, tanto en mis discos como en los de otros artistas o en muchos conciertos. He tenido la suerte de trabajar con artistas como Leiva, Iván Ferreiro, Pablo Alborán, Tarque, Álvaro de Luna. Las colaboraciones tienen mucha magia. Cuando una persona no sabe dejar una canción redonda, piensa en quién es el que mejor lo podría hacer. En un principio parece que hay estilos que no encajarían con el mío, pero yo conozco a las personas por dentro y cuando les pido ayuda para acabar esa canción que creo que se puede mejorar al final, sobre el tapete, sí que tiene razón de ser.

–¿Dónde queda el ego del artista, qué es eso de pedir ayuda a otro que lo puede hacer mejor?

–Cuando creo que se puede mejorar no se me caen los anillos por pedir ayuda.

–Llegó a la música por casualidad, ¿ha sentido el síndrome del impostor?

–No. Nunca. Entré en la música por accidente. El síndrome del impostor lo sentí el otro día en la feria del libro de Barcelona, en San Jordi, firmando libros y rodeado de escritores. Por eso tengo que estar ahí. Así sí que siento que soy un fraude, aunque me muevo como ellos, hablo como ellos, utilizo el verbo como ellos, pero siento que me van a pillar.

–¿Quiere ser como ellos?

–Nunca he querido ser como nadie, pero el pistón de admirar lo tengo fácil.

–En las ferias del libro también hay escritores que se pasan horas sentados en la caseta sin que nadie les pida una firma.

–Al hacer literatura siempre hay miedo a la cola vacía. Soy una persona con suerte, aunque llegará el día en que no venga nadie y tenga que confiar en que me leen mucho y que nadie quiere tu firma, tu obra les gusta, pero tu eres desechable.

–Su pasión por la literatura, por ser escritor, no es algo nuevo, ¿hubiese dejado la música antes de no ser por la pandemia?

–Sí, creo que habría acabado con "Homónimo", el último disco de mi trilogía junto a "Antónimo" y "Sinónimo". La pandemia algo en nosotros cambió al estar encerrados, como si las palabras cambiasen y las más abstractas, tristeza, fracaso, tuviesen que hacer su propio viaje. Ese sentimiento me creó una motivación de redefinición, de llenar esas palabras con mi propio diccionario y crear un debate con mis discos anteriores.

–Hablando de su propio diccionario, ahí está el "puñoletrismo". La gente le pide que escriba de su puño y letra versos de sus canciones y luego se los tatúa. Hay personas por el mundo que llevan escrito en su piel algo que a usted se le ocurrió en la cocina de su casa o tirado en la cama.

–Eso es alucinante. Me gustaría crear más neologismos. Ahora, en las ferias del libro, que estás más cerca de las personas que en los escenarios, se acerca gente con mis frases tatuadas, con esos "puñoletrismos".

–Ha escrito poesía y ahora se adentra en la novela. ¿Le cuesta escribir más largo?

–La poesía y la canción son hermanos mellizos, que se parecen bastante pero que no les gusta que les saquen parecido. En la novela, ese momento de lucidez que tienes al crear un estribillo tienes que mantenerlo en cada página. Tienes que lograr que cada historia tenga su estribillo, contar el conflicto, la piscología de los personajes, es crear un túnel del que al final salga el minero con el periquito vivo. Es un poco como la producción musical, como quitar y poner instrumentos y que todo tenga razón de ser.

–Ahora es juez de "La Voz kids", el programa concurso de niños cantantes.

–Y asesor del Benidorm Fest. Me encanta jugar y ver cómo funcionan las cosas. Cuando me llamaron para ir de juez con mi amigo Sebas(tián Yatra) no lo dudé. En especial porque era un programa de niños y yo soy padre. Además, yo tengo voz de corista y no me veía con la potestad de juzgar a alguien que canta mejor que yo.

–¿Cómo se toman sus seguidores que trabaje en estos concursos?

–Lo recogen bien. Mi público tiene el cielo ganado, todo son actos de fe, pero al final se dan cuenta de que la persona es la misma, que no es un pedorro. Si no eres honesto y sincero con lo que has hecho antes se ve la trampa y el cartón.

–¿De verdad, de verdad, deja la música?

–Sí, no habrá más giras. No habrá la gira de despedida 2.0 ni la gira con amigos, ni con la orquesta sinfónica. Todo lo que tenía que decir está dicho.

–Pero podría mantenerse con lo dicho hasta ahora, podría seguir llenando conciertos una buena temporada aunque no saque nuevos discos.

–Mantenerse es un verbo sin hueso, sin chicha y hay muchos grupos emergentes que necesitan un hueco en las salas de conciertos. Mis canciones quedan ahí, recalarán en alguien de vez en cuando y volverán a coger vuelo.

–Ahora podrá estar con su hijo.

–Sí. Tiene siete años y esto no me lo quiero perder. Será un lustro porque luego ya pasará de mí.

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