El clamor contra el lobo se extiende con cientos de reses muertas en las Cuencas

Los ganaderos auguran el fin del sector si no se controla la población de cánidos con ataques saldados con hasta ocho ovejas fallecidas

El rebaño atacado en Loredo.

El rebaño atacado en Loredo. / David Montañés

Los cada vez más nítidos aullidos del lobo se mezclan en los pueblos con un clamor ganadero que va en aumento. La agregación de ataques al ganado está tornando el malestar en indignación. Y el sector asegura que ya no aguanta más. "Uno pierde la ilusión", afirma el allerano Diego Vázquez, que el pasado miércoles perdió de golpe ocho ovejas en Pelúgano. Ese mismo días, Chus García contabilizó en Loredo la pérdida de otras dos ovejas y tres corderos: "Esta situación es insoportable y el actual gobierno autonómico parece empeñado en acabar con el campo. Esto es una humillación intolerable", apunta por su parte.

Los ganaderos de Morcín se concentraron hace unos días frente al Ayuntamiento para reclamar medidas que pongan freno a los daños que el lobo está causando entre los cada vez más mermados rebaños de animales de granja. Los vecinos denuncian que solo en los últimos meses los ataques de cánidos se han saldado con más de un centenar de reses muertas, entre ovejas, cabras, burros, potros y xatos, principalmente. Antes habían sido los ganaderos del Llosorio los que se habían movilizado. En el entorno de esta estribación a caballo entre Mieres, Riosa y Morcín son ya 117 las reses perdidas en lo que va de año a causa de los ataques. Esos son los cálculos de los profesionales tras las últimas incursiones del lobo.

"Con el ganado teníamos dos mastines, pero los perros ya no sirven de nada. El lobo campa a sus anchas", señala Chus García. Diego Vázquez es de la misma opinión: "Intentamos tener los animales lo más cerca posible de los pueblos y rodeados de perros, pero los torean". Tanto uno como otro tiene clara su postura: "Nos encanta el lobo y siempre lo hemos defendido, pero hay que controlar la población si no queremos que desaparezcan las ganaderías pequeñas de toda la vida". Y añaden: "Si ya no sirve encerrar al ganado y los perros resultan inútiles, que vengan a decirnos los políticos qué tenemos que hacer".

Las ocho ovejas muertas por ataques de lobos en Pelúgano.

Las ocho ovejas muertas por ataques de lobos en Pelúgano. / David Montañés

"Los daños producidos por el lobo son totalmente inadmisibles. Si con el plan de gestión del lobo la situación era muy difícil, el momento actual con el Lespre es absolutamente inasumible", señalan los ganaderos del Caudal con una sola voz. Se refieren al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre), que no deja de ser un registro estatal que proporciona amparo legal explícito a las especies y poblaciones silvestres merecedoras de una atención y protección particular en función de su valor. "La inclusión de lobo en este registro ha supuesto que se deje de controlar la población, que está disparada", lamentan desde el medio rural.

Muchos malestar

El malestar del colectivo se torna en rabia cuando la queja se individualiza: "Nos sentimos traicionados por nuestros responsables políticos, empezando por Adrián Barbón que es cómplice de la situación en la que nos encontramos", señala Chus García. Diego Vázquez apenas puede contener su enfado tras haber perdido de un zarpazo ocho de sus 30 ovejas, con otra dos heridas. "Estoy planteándome venderlas y dejarlo. A eso nos obligan".

Los ganaderos del Llosorio tienen detectados al menos cinco lobos en estos montes: "No pedimos la erradicación, sino un control de la población que la haga compatible con la actividad ganadera", apuntan. En los pueblos sostienen que la actual gestión del lobo está abocando al medio rural a la desertización: "Las administraciones no son conscientes de la labor del campesino y del ganado doméstico, que permite sostener un paisaje que, de seguir así, acabará tomado por completo por el monte".

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