El error del sábado en los últimos entrenamientos libres condenó a Fernando Alonso a salir desde el pit lane y a apelar una vez más esta temporada a la épica. Tatí, tatííí... Tocaba remontar de nuevo hasta la zona de puntos, pero para lograrlo desde tan atrás no había que confiar únicamente en los adelantamientos, pues sabido es que las callejuelas de Montecarlo los permiten con cuentagotas. Se necesitaba un coche de seguridad a no tardar mucho para prescindir de los neumáticos blandos y, sin perder distancias, jugarse toda la carrera sin volver a la calle de garajes. Y ahí estuvo Hulkenberg (Williams) con su accidente a la salida del túnel en el primer giro para que Ferrari pudiera jugar las bazas de la estrategia. Y ahí estaba Alonso una vez más jugándose el pellejo vuelta sí y vuelta también para ir ganando posiciones. Tatí, tatííí... cumplido el primer tercio los puntos ya estaban a la vista. Tatí, tatííí... mediada la carrera Alonso había ganado dieciocho posiciones y rodaba sexto. Con Button fuera de carrera lo que el sábado parecía una tragedia se había convertido en un mal susto solventado con extraordinaria solvencia...

La mitad final del GP de Mónaco se convirtió en un ir desgranando giros hasta que llegaron los autos locos, primero con Trulli (Lotus) pasando literalmente por encima del Hispania de Chandhok. Sólo restaban cuatro vueltas para concluir y la salida de nuevo del coche de seguridad invitaba a pensar que nada más iba a suceder. Cuando se retiró apenas quedaban dos curvas por tomar -«negociar» dicen ahora los nuevos sabios- y al disparate de Trullli se sumó el de Michael Schumacher, el heptacampeón al que el regreso se le está haciendo tan cuesta arriba que optó por darse un subidón adelantando al asturiano en contra del reglamento.

Y tatí, tatííí... Alonso finalizó sexto rompiendo una vez más todas la estadísticas -Schumacher remontó quince puesto en Montecarlo en 2006, uno menos de los ganados ayer por el asturiano- y sigue a tres puntos del líder de la general. Pero a base de épica, remontadas, victorias morales y tatí, tatííí... es difícil ganar el título. Mejor más calma; más podios.