Fútbol | Segunda Federación

El viaje de Bussmann: de sentar a Ter Stegen al Cova

El portero alemán era titular en las categorías inferiores de la selección por delante del culé: "Nuestro nivel era parecido"

Björn Bussmann, en el Álvarez Rabanal.

Björn Bussmann, en el Álvarez Rabanal. / Luisma Murias

De entre todas las formas posibles de aprender español, Björn Bussmann (Colonia, Alemania, 32 años) eligió la menos ortodoxa posible: ver "Sálvame". "Salían famosos, todo el mundo gritaba… ponía los subtítulos, apuntaba las frases y luego buscaba en Google qué significaban", recuerda. Gracias a Belén Esteban, Lydia Lozano y compañía, el actual portero del Cova –que lleva ya nueve años en Asturias y que está teniendo un difícil comienzo de curso, siendo expulsado en el único encuentro que ha disputado hasta la fecha, la derrota (3-1) contra el Ourense– dejó atrás meteduras de pata con el idioma tan hilarantes como la que protagonizó en el primer partido de su periodo de prueba con el Sporting. "Antes de jugar –cuenta–, me dijeron: para pedirla, tienes que gritar ¡portero! En vez de eso, yo gritaba: ¡patata!".

Casi una década después, Björn despliega un castellano fluido, rico incluso en coloquialismos, muy acorde con su carácter extrovertido. Bromea, no para de sonreír, rompe con el tópico de alemán seco y hosco. Es un hombre feliz, quizá porque siente haber encontrado en el Principado su lugar en el mundo: "Cuando hablo de mi casa, me refiero a Asturias, no a Alemania. Hasta mi madre me dice que me quede aquí para siempre".

"Mi madre me dice que me quede en Asturias para siempre, es mi casa"

Presume de vivir "a dos minutos de la playa", en Gijón, ciudad a la que llegó cuando su representante le propuso probar con el Sporting. "Al final no me cogieron –dice–, pero dos semanas después me llamó el Caudal y decidí quedarme. El comienzo no fue nada fácil, sobre todo por el idioma. Estás en el vestuario, todo el mundo se ríe por algo y tú estás ahí, sin entender qué está pasando… fue duro, también en la vida cotidiana. Un día, pedí una ensalada mixta en un restaurante y me trajeron una Mixta, que es una marca de cerveza. ¡Qué desastre!".

Después de muchos "Sálvame", y con la ayuda de un compañero que chapurreaba el alemán, Björn superó la barrera idiomática y consiguió integrarse. Además de en el Caudal, ha jugado en el Lealtad y el Marino antes de llegar al Cova, con el que ascendió la temporada pasada a Segunda Federación. Su carrera, sin embargo, apuntaba a cotas mucho más altas.

"Soy de Colonia –relata–, jugué diez años en la cantera del equipo de la ciudad, que está en Bundesliga (primera división). Nuestro derbi es contra el Borussia Monchengladbach, era como un Sporting-Oviedo. Allí jugaba Ter Stegen. Ya se veía que era muy bueno, pero nuestro nivel por aquel entonces era parecido. Como somos los dos porteros, siempre hablábamos después de los partidos".

La rivalidad se trasladó también a las categorías inferiores de la selección alemana, donde coincidieron durante varias temporadas. "Jugamos juntos en Alemania desde la sub-15 hasta la sub-20, y yo era titular por delante de él, los partidos importantes los jugaba yo. Nos llevábamos bien, pero recuerdo que un día se enfadó conmigo porque me probé sus guantes, y no sabía que eso no lo soportaba y no se los quiso volver a poner. Me salió bien la jugada, porque me los quedé yo", cuenta entre risas. Björn asume con deportividad la naturaleza dispar que tomaron sus carreras: "Cada uno fuimos por nuestro lado, no pasa nada, son cosas de la vida".

"Somos porteros, no doctores, no hacemos daño de verdad si fallamos"

Puede que le ayudase a relativizar la lectura de la biografía de Robert Enke, portero alemán que se quitó la vida en 2009, a los 32 años, justo la edad actual de Björn. "Cuando pasó lo de Robert –recuerda–, mis padres me dijeron que podía dejar el fútbol cuando quisiera. Mucha gente no entiende la presión que conlleva ser portero, estar 90 minutos sufriendo en la portería: puedes jugar muy bien durante un tiempo, pero cometes un error y la gente dice: ‘mira, perdimos por su culpa’. No somos doctores; un doctor sí puede hacer daño de verdad, nosotros no. Recuerdo una vez, con la selección sub-19, que fallé en un gol contra Holanda y lo pasé mal, sentí que perdimos por mi culpa. Fue muy desagradable, pero hay que vivir con ello".

¿Por qué no acabó triunfando el hombre que le quitaba el puesto a Ter Stegen en Alemania? Hay un factor en el que Björn incide con insistencia: la altura. "Es algo que en mi país miran mucho, y yo mido 1,83, y allí consideran que eso es ser bajito para un portero", lamenta. Un escollo que truncó su primer exilio, en Inglaterra: "Fiché por el Blackburn Rovers, que por aquel entonces estaba en Premier League (primera división). Desde que llegué, con 16 años, entrenaba con el primer equipo. Todo iba bien hasta que el entrenador, Mark Hughes, se fue al Manchester City. El nuevo míster no me quería porque decía que era bajito".

Entonces regresó a Alemania, pero no logró encontrar su lugar. Pasó por los filiales del 1860 Múnich y del Osnabrück –donde lo descartaron de nuevo por la falta de centímetros– y por el Lippstadt 08, equipo de la tercera categoría. "No estaba nada contento y eso se notaba en mi rendimiento. Puede que necesitase salir de Alemania", reflexiona. El resto es historia.

Björn habla con sincera emoción de Asturias. Le encanta la playa y la montaña y el clima y la gente y la comida –esto último tanto que, en sus primeros cuatro meses en el Principado, engordó cinco kilos–. Trabaja en una tienda de ropa en Gijón, estudia Márketing y se está formando para ser director deportivo. Entretanto, un día escribió a su excompañero Ter Stegen por Facebook. No obtuvo respuesta. "Supongo que el portero del Barça tendrá cosas mejores que hacer que contestarme". Y vuelve a sonreír.

Suscríbete para seguir leyendo