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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión del día sobre el Sporting y el Oviedo: La flojera y un lord inglés

La aparición de un político británico de la época victoriana en el discurso de Vallina y el vestuario rojiblanco hablando sin pudor del ascenso en plena crisis de resultados

Gallego, en el centro, durante un entrenamiento del Sporting Ángel González

El estado de ánimo en el planeta fútbol, como en la vida, depende de la esquina del cuadrilátero desde la que se viven los acontecimientos propios y se asiste a cómo transcurren los ajenos. Aquí en casa, en la madreña regional, la marejadilla levantada por el “lío de la llamada” entre el Sporting y el Oviedo se va quedando en olita de piscina para bebés.

Lo último ha sido la aparición de Lord Palmerston, un político inglés de la época victoriana, en el debate que mantiene consigo mismo Jorge Menéndez Vallina. Da la impresión de que tiemblan los muebles, los cuadros golpean contra las paredes y se mueven las sillas. ¿Terremoto? Puede ser.

Por lo demás, el buque, en este caso el rojiblanco, navega no se sabe hacia dónde tras las últimas trompadas. Anda el ánimo del planeta sportinguista algo alicaído. Pero no así dentro de la caseta, donde ya “se vale” pronunciar sin pudor la palabra ascenso y se sueña con repetir aquel que protagonizaron Abelardo y sus guajes. Lo dicho, todo depende de la esquina del ring donde uno tenga acomodadas sus posaderas.

Anda el ánimo del planeta sportinguista algo alicaído. Pero no así dentro de la caseta, donde ya “se vale” pronunciar sin pudor la palabra ascenso y se sueña con repetir aquel que protagonizaron Abelardo y sus guajes

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En Gijón, a pesar de los pésimos números, a nadie se le ocurre (todavía) pronunciar la palabra crisis ni pedir responsabilidades. En Almería, por el contrario, se cargan al entrenador (otro) tras una racha parecida a la del Sporting. El jeque es de gatillo fácil, tiene munición de sobra y no faltan voluntarios para hacer de diana en sus prácticas de tiro. Así que pase el siguiente. Y el siguiente es un viejo conocido de la parroquia rojiblanca: Rubi. El final se acerca y afloran los nervios. Por eso el Sporting no debería sentirse mal por una flojera. Las piernas les tiemblan a todos. Incluso a Lord Palmerston.

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