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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

La opinión sobre la presentación de Álvaro Cervera: El bautizo y la amnesia colectiva

Cervera los ve tristones. No queda claro y hay que intuir es lo que se esconde detrás de esa tristura al margen de los inesperados pésimos resultados y si se debe a una mala situación físico-psíquico-táctica heredada de la anterior etapa, la del rock and roll que acabó en un mal blues

Álvaro Cervera durante un entrenamiento del Oviedo LUISMA MURIAS

Álvaro Cervera –el Gafa, ¿ok? – ya ha sido bautizado oficialmente como nuevo entrenador del Real Oviedo. Tiene claro cuál es su primera misión: ganar el lunes al Málaga. Sabe que cualquier otro resultado mantendrá al equipo azul sumido en la depresión que ha detectado que sufre el vestuario tras el rápido diagnóstico realizado en sus primeras horas al lado de sus muchachos, a los que cuando menos dice ver «tristones».

Lo que no queda claro y hay que intuir es lo que se esconde detrás de esa tristura al margen de los inesperados pésimos resultados y si se debe a una mala situación físico-psíquico-táctica heredada de la anterior etapa, la del rock and roll que acabó en un mal blues. Por eso comenta que ahora toca hablar poco y de hacerlo solo de asuntos muy concretos para que esas cabecitas dejen de dar vueltas a la situación en las que sus piernas y malas decisiones les han metido en estas primeras jornadas del campeonato. Cervera asume que saliendo de ahí abajo el estado anímico será otro. No hay más. Luego, una vez conseguido el objetivo, se podrá hablar de otras metas si se llega a tiempo.

Por lo demás, los que pilotan la institución carbayona siguen a la caza y captura del nuevo director deportivo. Se plantea el retorno de Rubén Reyes, el que hace unos meses hizo las maletas por sorpresa en busca de un destino con más oropel y oro. El fútbol muta de la noche a la mañana y lo que era una gran oportunidad para el DD asturiano se ha convertido en un incómodo marrón. Si la operación retorno de RR sale adelante habrá que ver cómo se lo toma el pueblo, al que le suelen sentar mal las traiciones. Pero en estos tiempos de cambio climático nunca se sabe por dónde soplará el viento e igual se aprieta el botón de la amnesia colectiva, ¿oyisti, güey?

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