En territorio comanche

La opinión sobre el Sporting, el Oviedo y el Mundial 2030: La fiesta de los números

Parece que la familia orlegiana medita ahora pasar del proyectón al proyectín, de una magna obra multimillonaria a otra en la que se reduce –ya veremos hasta dónde– la necesidad de vender las joyas de la abuela para pagar a los albañiles

Trabajos de mantenimiento del césped de El Molinón

Trabajos de mantenimiento del césped de El Molinón / Juan Plaza

Pablo González

Pablo González

Temblor de piernas y sudores fríos entre los defensores de la operación 40-100-300-330 para que El Molinón sea sede mundialista. Resurgen las noticias que señalan que Gijón, el asunto Asturias 2030, se cae, que como no hay un proyecto definido ni se ha clarificado cómo se va a financiar el nuevo campo, hay ciudades que han adelantado a los de la ribera del Piles en la carrera por hacerse con una de las sedes.

Por eso parece que la familia orlegiana medita ahora pasar del proyectón al proyectín, de una magna obra multimillonaria a otra en la que se reduce –ya veremos hasta dónde– la necesidad de vender las joyas de la abuela para pagar a los albañiles. Viendo cómo están las cosas, que si Marruecos quiere más partidos, que si no se sabe qué pasará en Valencia con Peter Lim y el nuevo Mestalla, y tal y tal... la película sigue teniendo un final abierto, de los de "Elige tu propia aventura". Pero, de momento, la sensación es que el horizonte para que Gijón sea mundialista pinta gris tirando a negro.

Por lo demás, aparecen las calculadoras a ambos lados del Potomac. Los rojiblancos echan cuentas y se ven en lo más alto si ganan al Espanyol de Gragera, quien solo cató la Primera División unos meses. ¿Y en Oviedo? Pues en la casa azul y en los adosados adyacentes el objetivo es recuperar los puntos perdidos en el arranque liguero. Ya ven, todo se reduce a hacer números. Y que siga la fiesta, ¿oyisti, güey?

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