Entrevista | Enol Borrego Cano Artista

"Musicalmente me he criado en la cultura del esfuerzo"

"La culpa de que en Asturias no salgan muchos artistas es porque la infraestructura no la acompaña"

El cantante Enol Borrego Cano.

El cantante Enol Borrego Cano. / ANGEL GONZALEZ

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Toda la familia Enol Borrego Cano (Mieres, 1998) es de Río Negro, pero el artista asturiano que ahora mismo arrasa se siente del barrio de El Natahoyo, donde pasó toda su infancia. Cuenta que las etiquetas están obsoletas, pero que encaja dentro del nuevo pop urbano, una ola musical que cada vez llega a más gente.

–¿Cuándo empezó a hacer música? 

–Como casi todo el mundo aquí, empecé con pocas expectativas. Empecé de forma amateur, pero tal y como fueron yendo las cosas año a año le fui dando cada vez más relevancia e invirtiendo más tiempo en ello. A mí, la música me gustaba más de lo habitual. Practiqué mucho deporte, pero no tenía una excesiva afición por ellos. Todo mi tiempo libre y mi pasión en general se decantó por la música. Tocaba el piano y cuando tenía ocho años cantaba en un coro. Escuchaba música todo el día, aunque ni fui al conservatorio ni fui a clases para aprender a tocar un instrumento aunque tenía un piano en casa. Empecé con el rap, que quizás es lo más asequible que se puede en casa hacer con tus propios medios. 

–¿Qué música escuchaba de pequeño? 

–Por mis padres, siempre escuché mucha música española. Melendi, «El Canto del Loco», «Estopa», «Maldita Nerea»... grupos de pop-rock español. De fuera, lo que más me llamó la atención del Eminem, que me encanta. Luego, ya me interesó el rap español que de aquella no era muy variado. Así empecé a hacer música. 

–¿Cuándo se dio cuenta de que estaba triunfando? 

–Fue todo de forma muy progresiva. No tuve un «boom» de una canción de 50 millones de reproducciones, que hoy en día es algo más habitual. No tuve un pelotazo viral por redes sociales. Lo nuestro ha sido progresivo. Musicalmente, me crié en la cultura del trabajo y el esfuerzo. En tratar de hacer las cosas bien y cada día mejor que el anterior. 

–¿Algún punto de inflexión? 

–Si tuviera que decir alguno, de cuando me di cuenta de que estábamos haciendo algo grande fue la primera vez que llenamos la sala Buddha que tiene un aforo de unas 200 personas. Son números que en Gijón, para un artista de este género, son complicados. Ahí nos dimos cuenta de que teníamos una masa fiel de fans, un público orgánico. Nos dimos cuenta de que si trabajábamos y nos esforzábamos podíamos hacer algo grande. 

–¿Es complicado lograr eso desde Asturias? 

–Sí, la culpa de que en Asturias no salgan muchos artistas o que no haya efervescencia de nuevos talentos es porque la infraestructura no la acompaña. El tema de los estudios de grabaciones, diseñadores de carátulas y demás hay poco. Hay gente profesional, claro, pero es difícil formar un equipo de trabajo competitivo aquí que te mantenga el ritmo de un chaval que está haciendo música en Madrid y que te va a poder sacar un «single» todos los meses porque su ingeniero de sonido le tiene el «máster» a punto en una semana. 

–O sea, no hay industria de la música. 

–No hay o lo que hay es muy amateur. Falta ponerse las pilas. En Madrid, la gente trabaja a otro ritmo porque sabe que no lo que no hagan ellos lo va a hacer otra persona. Aquí, como son cuatro, hay más relajación. 

–¿Sigue viviendo en Gijón o le ha tocado emigrar? 

–Lo gestiono año a año. Ahora, de septiembre a mayo estoy en Gijón. El año pasado estuve en Madrid porque tenía que grabar el disco y la dedicación era exclusiva. Este año trabajando con el estudio en casa y bajando todos los meses una o dos semanas para Madrid por ahora voy tirando. Mentalmente, estoy más cómodo si estoy aquí gran parte del tiempo. 

–¿Cómo describe su música? 

–Las etiquetas de los géneros musicales cada vez están quedando más obsoletas. Somos artistas que escuchamos mucha música y trabajamos codo con codo con muchos productores así que experimentas y bebes de muchos géneros. Tengo la etiqueta de pop urbano, que es amplia y se amolda a todo. Creo que entramos ahí. Del pop urbano hemos salido unos cuantos artistas de la misma generación que hacemos una música similar. Eso nos ha ayudado a tener un público común, al que si le gusta un artista lo normal es que le guste otro también. 

–¿Qué tal con «Marlon»? 

–Muy bien. Pudimos grabar con Adri (Roma). Había una canción («Historias que callar») que teníamos grabada y habíamos subido un adelanto a las redes sociales. Por gente común que tenemos nos pusimos en contacto con él y le encantó. Se sumó al tema y estamos encantados. Ha quedado una canción espectacular. Es genial poder trabajar con gente de Asturias, de la tierrina. 

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