Julio Marcos, el expescadero que da suerte en Laviada: "Es mérito de todos los vendedores"

El cuponero de la ONCE reparte 175.000 euros

Julio Marcos Modino, en su puesto de la calle Carlos Marx. | Á. González

Julio Marcos Modino, en su puesto de la calle Carlos Marx. | Á. González / Pablo Palomo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Se llama Julio Marcos Modino, tiene 50 años, fue pescadero, pero hace cosa de siete años sufrió un trastorno de conversión (una afección neurológica del sistema nervioso) que le trastocó toda su vida. Es, desde hace seis meses, vendedor de la ONCE y tiene su puesto en la glorieta que hay entre la avenida de Portugal y la calle Carlos Marx. Ahí despacha sonrisas, optimismo y dinero contante y sonante. Este martes repartió 175.000 euros al vender cinco cupones con el 51.896 premiados con 35.000 euros el boleto. Lo hizo justamente el día de Santa Lucía, la patrona de la ONCE. No sabe quienes son los agraciados, pero sí tiene claro que los afortunados podrán disfrutar de una Navidad mucho más holgada. "El mérito no es mío. Es de todos los vendedores que trabajamos en la calle", explica.

Julio Marcos pasó la mañana de ayer con mucho ajetreo. A su puesto no paran de llegar clientes. Reparte un puñado de cupones y destila esperanza. "Todo puede pasar", le dice a uno de los clientes a los que atendió ayer. Su vida no ha sido sencilla. Antaño trabajó cubriendo bajas y vacaciones en una conocida cadena pescadera. Se movía por todo Gijón, Oviedo, Avilés y a veces tenía que cruzar el Huerna para trabajar en León. Todo cambió cuando hace siete años le diagnosticaron un trastorno de conversión. Desde entonces tiene problemas para caminar. Necesita muletas y a veces silla de ruedas. "Me quedó una pensión del 55 por ciento así que me tuve que sacar las castañas del fuego. También, me dejó mi mujer. Con lo que cobraba no me llegaba para nada, así que tuve que ir buscando ayuda de aquí para allá. La verdad es que he tenido una vida muy complicada", reflexiona.

Desde hace medio años está en la ONCE. Y haber repartido el citado premio le hace mucha ilusión aunque se quita méritos. "Vendí cinco cupones como podían haber sido uno o todos. Al final, esto es trabajo de todos los vendedores de la ONCE. Sobre todo, los que están a pie de calle. Yo, por suerte, tengo un puesto y no paso frío, pero los que están en la calle tienen más mérito que ninguno", cuenta. Desea que a quien le haya llegado el dinero sea una persona que lo necesite. "Son 35.000 euros por cupón, así que a quien le haya tocado por lo menos va a tener una Navidad mucho más holgada", celebra. Los clientes no le paran de llegar. Y él los atiende con cercanía y calidad. "Muchas gracias, muchas suerte y muchas gracias por colaborar con la ONCE", se despide de uno de ellos.

Suscríbete para seguir leyendo