La figura de la semana: Adela de Paz González, secretaria de la Facultad Jovellanos recién jubilada que recibió la medalla de oro del centro

La sonrisa amable de la Facultad de Comercio Jovellanos

Nacida en El Bierzo pero de Gijón de toda la vida, la abuela de Adela de Paz le inculcó el valor de la independencia y le gusta hacer largos viajes a Estados Unidos

Caricatura de Adela de Paz.

Caricatura de Adela de Paz. / Mortiner

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Dice el DNI de Adela de Paz, histórica secretaria del Decanato de la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales Jovellanos, que nació en Susañe del Sil. El dato es estrictamente formalismo, porque aunque sus raíces están en esta coqueta localidad de la comarca leonesa de El Bierzo, toda su vida la pasó en Gijón. Tanto, que, los que más la conocen, más de una vez la han escuchado decir que ella es de Gijón de toda la vida porque todo lo que sabe lo ha aprendido a esta orilla del mar Cantábrico. Desde muy pequeña se vino a vivir con sus padres a Asturias, y también desde muy pequeña le inculcaron en su casa la necesidad de ser una mujer independiente. De tener su trabajo y su autonomía para poder vivir su vida. Una vida que se ha pasado ayudando a los demás en una facultad en la que después de su jubilación deja un hueco que será imposible de llenar.

Adela de Paz ha sido la secretaria de esta importante institución de la Universidad de Oviedo durante décadas. Pero ha sido mucho más. Ha sido una mujer que siempre ha estado para todo. Para organizar y planificar todo aquello que no está necesariamente reglado por las normas universitarias. De encargarse de velar porque todos los actos que salieran adelante en la facultad fueran como la seda y también de recibir con los brazos abiertos a todos los nuevos compañeros que llegaban para desarrollar su profesión en el centro. Cuentan los que la conocen que cada vez que llegaba un nuevo profesor ella siempre se levantaba de su despacho, lo recibía con los brazos abiertos y le daba una vuelta por la facultad para desvelarle sus secretos, esos que ella tan bien conoce. Y todo ello siempre con una sonrisa amable en la cara.

Ella lleva toda una vida en esa casa. Entró en 1981 en la institución cuando todavía se llamaba escuela de Empresariales y cuando todavía estaba en lo que ahora se da en llamar Antigua Escuela de Comercio. Conoció los tiempos en los que en el centro había apenas una veintena de profesores y en los que todos los trabajadores eran una gran familia. Pero también los años en los que, con el crecimiento en formaciones y tareas, el histórico edificio se fue quedando pequeño y hubo que hacer las maletas a la Laboral.

Familiar y cercana, es aficionada a la música clásica y a los largos paseos por el Muro

Las raíces de Adela de Paz están en El Bierzo pero toda su vida ha pasado en Gijón. Fue alumna del colegio Virgen Reina, una institución de la que conserva no solo grandes recuerdos, sino también un buen puñado de amistades. Su familia acabó emigrando a Gijón en los tiempos en los que floreció de la mano de Uninsa la industria en la ciudad. Su padre, Gerardo, ya fallecido, se vino con su madre, Raquel, a Gijón. Él era empresario dedicado al mundo del transporte. Fue la abuela, que se llamaba como ella, la que le transmitió la necesidad de ser independiente. Le decía que todo lo que consiguiera con su esfuerzo era algo que nadie le iba a quitar. Ni la guerra, que ella conoció, ni un marido, ni nadie. Gracias a esos valores se animó a opositar para tener su trabajo y poder vivir su vida.

Caricatura de Adela de Paz González.

Caricatura de Adela de Paz González. / Mortiner

Fuera del trabajo, la gran afición de Adela de Paz es viajar. Conocer mundo. Estados Unidos es un país que no le es ajeno. Ella tiene cuatro hermanos y uno de ellos vive en Portland, la ciudad más grande el estado de Oregón, en la costa Oeste. Varias veces ha viajado hasta este lugar, pese a que el trayecto, al no haber vuelos directos desde España, le dura un día entero. El Camino de Santiago es otra de sus pasiones. Ya lo hizo entero alguna vez y ahora, algunos fines de semana, los invierte en hacerlo con amigas y con amigos troceado en diferentes etapas.

Los que más la conocen dicen de ella que considera que los viajes enriquecen. Suele decir que aprendes más una semana fuera de casa que en medio año en el hogar. Eso no quiere decir que no quiera a Gijón. Ahora que tiene más tiempo aprovecha para pasar horas con su madre y dar largos paseos por el Muro que le queda, además de forma literal, a la puerta de casa. La música, en especial la clásica, es otra de sus aficiones. Suele ir al Jovellanos a los conciertos de la Filarmónica. Y, ahora, para ocupar las horas libres, está cerca de apuntarse a algún curso de la Universidad Popular. Los que más la quieren más de una vez le han escuchado decir que su vida ha sido poco noticiosa porque ha transcurrido, con sus contratiempos, de forma tranquila y agradable. En eso ha jugado un papel muy importante el hecho de haber tenido un trabajo que ella considera una gozada y por el que hace dos días, en la gala de graduación, recibió una más que merecida medalla de oro de la facultad. Una medalla que sirve para premiar la entrega su sonrisa y amabilidad en un centro en el que fue, y es, muy querida.

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