Así era la Semana Santa de Gijón antes de la Guerra Civil

El valor artístico y sentimental de la Semana Santa gijonesa a través de textos de Fabricio sobre figuras de los pasos ya desaparecidas

Así era la Semana Santa de Gijón antes de la Guerra Civil.

Así era la Semana Santa de Gijón antes de la Guerra Civil. / LNE

Luis Miguel Piñera

Luis Miguel Piñera

El Jueves Santo del año 1936 fue el 9 de abril, y la revista "Blanco y Negro" –que era el suplemento semanal del diario madrileño "ABC"– publicó un artículo del gijonés Fabriciano González, "Fabricio". En ese tiempo el cronista oficial de Gijón era Julio Somoza y Fabricio lo sería a partir el año 1943. Ese ejemplar de "Blanco y Negro" no se conserva en la muy completa Hemeroteca Municipal de Gijón. Su consulta nos fue posible gracias a que el bibliófilo gijonés Arturo Muñiz Fernández conserva un ejemplar en su colección particular.

Para empezar, el interés es que estamos hablando (9 de abril de 1936) de un artículo de Fabricio sobre las imágenes de varias iglesias locales, algunas de esas imágenes protagonistas en los actos de la Semana Santa gijonesa. Éstas y otras muchas fueron destruidas poco más de tres meses después con motivo de la Guerra Civil. Hablamos de "La coronación de espinas", "San Juanín", "Dolorosa", "La Verónica"... El título del artículo: "Del tesoro artístico de Gijón".

Imágenes de "antes de la Guerra"

San Juan Evangelista. / Constantino Suárez/ Muséu del Pueblu d'Asturies

Fabricio fue maestro, abogado y jovellanista. Asturianista declarado fundó y dirigió en el año 1919 el periódico en llingua asturiana "El Regionalista Astur". Fabriciano González, "Fabricio", solamente vio publicados en vida dos libros: "Munchu güeyu con la xente de casa y un alcalde de montera" (1925), en un mismo volumen, y "Rosina: cuento asturiano" (1943). Pero fueron numerosas las obras de teatro de su autoría, los monólogos, y desde luego muchos poemas y artículos en periódicos. Los artículos en prensa de Fabricio (prensa local, regional y nacional como este caso de "Blanco y Negro") son muy numerosos. También publicó en revistas y periódicos cubanos.

"Si Asturias, en frase del doctor Pimentel, es el paraíso del turista, Gijón, con sus pintorescos aledaños, es sin duda la tacita de oro de ese paraíso", de esa manera comenzaba Fabricio su artículo sobre los tesoros artísticos de Gijón en ese 1936, y citaba como ejemplos de esos tesoros: la Virgen de los Vientos, en el trascoro de la capilla de las Ánimas en San Pedro; la imagen de Nuestra Señora de la Expectación del Parto (Virgen de la O), la Virgen embarazada, también en una capilla de San Pedro; o la Virgen Dolorosa obra del riojano Francisco Elías Vallejo en el año 1839. En la iglesia de San Pedro el Cristo, la Dolorosa y San Juanín de la Barquera formaban el llamado "Altar de los Dolores". San Juanín de "La Barquera" porque en la capilla de La Barquera había estado San Juan hasta que esa capilla, cerca de donde vemos la estatua de Pelayo y la rampa no casualmente llamada de La Barquera, fue derribada en el año 1898.

Imágenes de "antes de la Guerra"

La Verónica. / Constantino Suárez/ Muséu del Pueblu d'Asturies

Más "tesoros artísticos gijoneses" citados por Fabricio en esa primavera de 1936: la cabeza de San Pedro y la efigie de San Andrés en el retablo de la iglesia Mayor; el Cristo de Medinacelli "idéntico al que se venera en Madrid salvo mínimos detalles"; el Cristo de la Agonía en San Lorenzo "feliz imitación del Cristo de Limpias"; el Cristo muerto en la cruz en el conventín de las Agustinas "que recuerda el célebre cuadro de Velázquez", y el Cristo de la Misericordia "traído de Santiago de Compostela en penitente procesión por sacerdotes descalzos durante el cólera de 1854".

Imágenes de "antes de la Guerra"

La Virgen Dolorosa. / Constantino Suárez/ Muséu del Pueblu d'Asturies

Se detenía Fabricio en la Semana Santa gijonesa y en el valor artístico y sentimental de sus imágenes. "Los antiguos gremios, especialmente el de Mareantes, establecieron las solemnidades y procesiones de la Semana Santa y al disolverse los gremios se encargó de continuarlas la Hermandad de la Santa Misericordia, derivada de la más antigua de Disciplinantes, llamada de la Vera Cruz y ubicada en la Escuela de Cristo donde ejerció sus funciones el Santo Oficio". Evocaba Fabriciano González la procesión nocturnal del Silencio por Cimavilla "hasta asomarse al mirador del Muelle en la cuesta pina de la Colegiata"; el desfile de los Pasos en la tarde del Jueves Santo "maravillosa exposición de escultura cristiana que se va anunciando por la rúas con estridencias de trompeta, monótono tamborileo y ruido ensordecedor de carracas". Continuaba: "Viernes Santo, día de recogimiento, lúgubres cantos de miserere y de perdón, lágrimas diamantinas de la virgen desolada; y la procesión del sábado, de la Soledad de María, en que el sol matutino reverbera en la espada y la corona de la luctuosa Virgen de los Dolores".