Un 6D fantasma

¿Ha pecado Luis Enrique de soberbia?

Paco G. Redondo

Se ha celebrado otro 6 de diciembre, día de la Constitución española de 1978, consensuada, democrática, pluripartidista y autonómica, con más ruido que nueces. Nuestros representantes presumen de sus logros y vigencia cuando está más atacada y menos cumplida que nunca. Por ejemplo, en Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, País Vasco o Galicia no se puede estudiar en español. Frente a su gran logro de plasmar la recuperación de las libertades políticas, en el contexto de la reconciliación y pluralismo, asistimos a un gobierno nacional que se mantiene un año más en el poder gracias a ceder exigencias, millones y competencias (suprimir la sedición, retirar a la policía de Barcelona, a la guardia civil de Navarra) a los gobiernos independentistas que presumen de ello, y reiteran su promesa de volver a intentarlo a la ocasión propicia.

Así tenemos marcando el rumbo de la nación a quienes quieren romperla pronto. Y al timón a quienes no les importa esa ruptura a plazos mientras puedan taparla con propaganda; ya que no organizan, suponemos que por mandar, figurar y aprovecharse. Presumen de vender estabilidad y nos estamos quedando sin nación. Alardean de control y progreso mientras los problemas crecen y se agravan. ¿Ególatras? En vísperas del mundial en Qatar, Luis Enrique pregonaba ser el mejor entrenador del mundo, positivo si es para motivar a los jugadores, pero negativo si actúa como si realmente se lo creyera. No se ganan los partidos de fútbol con el nombre, se ganan marcando más goles que el contrario. ¿Ha pecado Luis Enrique de soberbia tras el 7-0 a Costa Rica?

¿Cómo se va a pasar de ronda si después de 120 minutos y tres penaltis han sido incapaces de marcar un gol a Marruecos? En las imágenes de televisión se daba una situación pintoresca, el seleccionador español Luis Enrique no estaba entre el grupo de jugadores, y parecía como si el capitán Busquets estuviera coordinando quiénes y cómo iban a chutar desde los nueve metros en el momento decisivo de la eliminatoria. Los tres lanzadores, incluido el propio Busquets, tiraron mal, sin apenas amagar y fallaron. Alguno podrá pensar si Luis Enrique debió dedicar menos tiempo a hacer de streamer y más tiempo a ensayar tales lanzamientos, que con relativa frecuencia ocurren durante este tipo de competiciones a un solo partido. Menos vender la piel y más cazar el oso.

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