Tormenta de ideas

El perro cabo

No puede tener igual sanción el maltrato a un animal que a una persona, no es lo mismo

Isabel Menéndez Benavente

Isabel Menéndez Benavente

Hace muchos, muchos años, en una época oprobiosa de cuyo nombre no quiero acordarme, en el también "oprobioso ejército" se cometían tales desmanes que a los que les tocaba hacer la mili alucinaban en colores. Lo mismo que se arrestaba una piscina porque alguien se había ahogado, hacían cabo a un perro, con galones y todo. Vamos, que no se cuadraban porque no llegaba más que a cabo.

Esto que nos parece una auténtica chifladura ahora se ha manifestado en forma de ley. Cualquier ciudadano que quiera tener un perrito tiene que tener un carnet que le acredite como buen cuidador, deberá hacer un cursillo, que pagaremos todos, y no lo podrá dejar solo en casa. Será multado o encarcelado por cualquier "maltrato". Algo que ya estaba más que sancionado en la ley y que ahora se retuerce porque no hay cosa que más les guste a estos gobernantes que hacer leyes para reformarlas luego.

Igual ahora si le dices a tu perrito "¡¡Pipo no!!" y tiras algo fuerte de la correa para que no se eche encima de una anciana, un buen ciudadano defensor de los animales – antes que de las personas– puede considerar eso un maltrato. Y denuncia que te cae. Otra ley que va a traer problemas porque ya advierte el CGPJ que con la ley de protección animal se les protege más que a las personas. Es decir, un maltrato a un animal tendrá la misma multa que a una persona.

Y ellos, que no tienen ni idea, los del poder judicial digo, se echan las manos a la cabeza y ya se imaginan volviendo a rehacer la puñetera ley como en la del "solo sí es sí" En serio, "¿quién coño hace esas leyes?". Deduzco que un becario, o no tiene explicación posible. En fin. ¿Por qué no se les pide un carnet de padres a quienes quieran serlo? A eso sí votaría yo que sí. No saben la de padres y madres que nunca debieron serlo. ¿Por qué no tienen que aprobar un cursillo ¿Qué pena hay por dejar solo a un hijo? ¿Y a un anciano? Alguna? Pero, claro, hay que ir con los tiempos, ser más progresista que los más progresistas del mundo.

Yo he tenido un perro. Ustedes lo saben. Lo he querido y cuidado, he gastado mucho dinero en sus enfermedades y pasado un duelo cuando se fue. Sé que se les quiere como a las personas, pero no lo son. Si ahora le hubiera dado un cachete en el culo por haber mordido a un amigo, o gritarle cuando se escapaba –exactamente igual que a mis hijos– me hubieran multado o metido en la cárcel. En fin. Esto, señores, es el mundo al revés. Teniendo en cuenta, además, la cantidad de burros y burras, cerdos y cerdas, que hay con dos patas andando por el mundo sin ningún tipo de restricción. Incluso aunque sean más que peligrosos y anden violando por leyes que algún otro animal de dos patas no ha sabido redactar. Vamos, exactamente igual que ésta, que equipara en cárcel y penas a las personas y a los animales. El mundo al revés.

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